Todos los japoneses podrían tener el mismo apellido en el futuro, y esta es la razón
Se estima que para dentro de 500 años todos los ciudadanos japoneses se apellidarán igual si continúa la norma de exigir a los matrimonios compartir el mismo apellido, según un reciente estudio.
El reporte, dirigido por Hiroshi Yoshida, profesor de economía de la Universidad de Tohoku, proyectó que, si Japón continúa insistiendo en este sistema, todos sus habitantes se apellidarán Sato en 2531.
En el estudio se calcularon dos escenarios: uno en el que Japón mantiene el sistema de apellido único entre las parejas casadas y otro en el que se introduce un sistema de apellidos selectivos. En 2023, Sato es el apellido más común en Japón, utilizado por el 1,529% de la población.
Resultados del estudio
La simulación mostró que, bajo la normativa actual y basándose en el incremento observado entre 2022 y 2023, la proporción de la población japonesa con el apellido Sato aumentará un 1,0083% anualmente, de manera que para el año 2446 la mitad de los japoneses se llamarán así, llegando a su totalidad en 2531.
El informe contenía un escenario alternativo extrapolado de una encuesta de 2022, realizada por la Confederación de Sindicatos de Japón entre 1.000 trabajadores de entre 20 y 59 años, en la que el 39,3% de los encuestados solteros aseguraban que preferían que las parejas casadas compartieran un apellido incluso si tuvieran la opción de utilizar apellidos distintos.
En esas circunstancias, se estimó que para el año 2531, solo el 7,96% será Sato. Aunque este finalmente se impondrá en 3310. No obstante, si la disminución de la población de Japón continúa al ritmo actual, solo quedarán 22 personas en el territorio para aquel entonces, señala el reporte.
Necesidad de cambiar viejas leyes
El estudio es parte de una campaña que busca actualizar el código civil del país, que data de finales del siglo XIX.
Si bien el experto enfatizó que su estimación está "calculada mecánicamente en base a un escenario supuesto", advirtió a los medios locales: "Si todos se convierten en Sato, es posible que tengamos que dirigirnos a nosotros por nuestro nombre o por números". "No creo que podamos llamar a eso un buen mundo para vivir", agregó.
"Teniendo en cuenta que un apellido tiene una historia familiar y también es un símbolo cultural, su pérdida significaría que la historia del apellido también dejaría de existir", se lamentó.