El presidente de Argentina, Javier Milei, aseguró que no ha puesto en marcha su plan de dolarización en el país suramericano, que tanto vociferó en campaña, por temor a un "juicio político" y posiblemente ser enviado a la cárcel.
"Nosotros teníamos una estrategia para dolarizar, que era básicamente tomar los activos del Banco Central contra el Gobierno nacional —de hecho el máximo acreedor del Estado argentino es el Banco Central—, y esos títulos pasarlos a mercado y, de esa situación, básicamente después podernos hacer de dólares vendiendo esos títulos", dijo el mandatario, en entrevista con Bloomberg.
Insistió en que esa estrategia hubiera funcionado "a la perfección", porque cuando llegó al poder "los títulos argentinos estaban en torno a los 18 dólares y ahora están en torno a los 54 dólares".
"Por lo tanto, hubiera sido una muy exitosa gestión y hubiéramos podido hacerlo", agregó; sin embargo, aunque consideró que era factible hacerlo "en los términos técnicos", desde su administración infirieron que "en términos políticos, la política iba a jugar sucio".
"Una maniobra de esas características, yo imagino que la oposición, en su deshonestidad intelectual, digamos, hubiera iniciado algún tipo de juicio político y hoy la historia sería distinta", comentó.
Continuó diciendo que de concretar su plan "la política seguramente hubiera dicho que ahí había una estafa [...] nos hubieran acusado de algún negocio turbio y nos hubieran enviado a la cárcel".
"No es que la política no nos acompaña, la política directamente intenta bloquearnos permanentemente", manifestó en su reiterada crítica a sus opositores.
Ajuste y eliminar el Banco Central
Milei indicó que, frente a ese escenario con la oposición, desde su administración emprendieron "un ajuste fiscal sin precedentes en la historia de la humanidad".
"Hicimos un ajuste en el Tesoro de 6 puntos del PBI (Producto Bruto Interno) y eso lo logramos en el primer mes de gestión", se jactó el presidente, que ha enfrentado duras protestas por su plan 'motosierra'.
Por otro lado, aseguró que "el objetivo final de eliminar el Banco Central sigue vigente", en referencia a otra de sus vociferadas promesas de campaña.
"La discusión sobre el Banco Central, en primer término, es una discusión de índole moral y para mí robar está mal, y lo que hace el Banco Central cuando imprime dinero es una falsificación y una estafa; por lo tanto, desde ese punto de vista, ese objetivo de largo plazo persiste, ese objetivo no ha cambiado", justificó en relación a su propósito de suprimir esta institución.
Añadió al respecto que recibió una Banco Central "totalmente quebrado" y "las reservas internacionales netas eran negativas en 11.500 millones de dólares"; además, comentó que tenían "el equivalente de tres bases monetarias en pasivos remunerados" que, según él, "vencían en un día".
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