Este martes, Bernardo Arévalo cumple cien días al frente de la Presidencia de Guatemala, tras acceder al cargo el pasado enero. "Nuestra prioridad número uno es cerrar el chorro de los recursos públicos a los corruptos", afirmó entonces.
La denuncia de la corrupción de sus predecesores Jimmy Morales (2016-2020) y Alejandro Giammattei (2020-2024) se convirtió en parte de su sello de campaña para alzarse con la victoria en las elecciones, sin embargo, por el momento todavía no ha puesto en marcha iniciativas de ley o políticas públicas destacables en este sentido.
Hasta la fecha, en este rubro solo se le reconoce la creación de una comisión para investigar irregularidades en el sector público y la denuncia ante la Justicia de una ministra de la anterior administración por una polémica compra de vacunas contra el covid-19.
Además, Arévalo destituyó a principios de este mes a la ministra de Ambiente y Recursos Naturales, María José Iturbide, después de que se desvelara que utilizaba dos vehículos públicos para actividades privadas de su hija.
A pesar de ello, la imagen de su Gobierno sigue percibiéndose limpio de corrupción, todo un logro en un país al que la ONG Transparencia Internacional sitúa en el lugar 150 de 180 en esta materia, aunque la estrategia en esa materia sigue diluida entre las declaraciones institucionales y las buenas intenciones.
Lidiando con la fiscal
En estos cien días ha destacado el enfrentamiento abierto con la polémica fiscal general Consuelo Porras, quien jugó un controvertido rol durante las elecciones generales de 2023, que le valió sanciones en decenas de países, principalmente EE.UU. y miembros de la Unión Europea (UE).
Porras estuvo a punto de dar al traste con la transición presidencial y fue acusada por Arévalo de intentar dar un golpe de Estado, debido a que la Fiscalía promovió numerosas acciones para suspender al Movimiento Semilla, la formación de Arévalo.
La lucha con Porras parece en punto muerto, toda vez que el presidente no tiene facultades para destituirla y ella ya anunciado que piensa permanecer en el cargo hasta mayo de 2026, cuando cumple su mandato.
En cambio, las relaciones del mandatario con Washington parecen excelentes. Varios altos cargos estadounidenses han visitado el país y, por su parte, Arévalo se reunió con su homólogo, Joe Biden, en la Casa Blanca.
Entre las cuestiones candentes entre ambas naciones se encuentra la de la migración, empujada por la situación del país centroamericano, en el que alrededor del 60 % de sus 18 millones de habitantes vive en la pobreza.