Los retardantes de llama que se encuentran en la espuma de los asientos de los automóviles podrían evaporarse y causar cáncer, según un estudio de expertos de la Universidad de Duke y el Instituto de Política Ambiental de EE.UU.
Este proceso se agrava en verano, ya que las temperaturas más cálidas provocan un aumento de la evaporación de los ignífugos que contienen los asientos y otros componentes de los coches y que son de uso obligatorio, según unas viejas normas adoptadas en los 1970 en el país norteamericano, informa US News.
"Considerando que el conductor promedio pasa aproximadamente una hora en el automóvil todos los días, este es un problema de salud pública importante", afirmó en un comunicado de prensa la investigadora principal Rebecca Hoehn, toxicóloga de la Universidad de Duke. "Es particularmente preocupante para los conductores con desplazamientos más largos, así como para los pasajeros niños, que respiran más aire libra por libra que los adultos", agregó.
Para llegar a tal conclusión, los investigadores analizaron el aire en las cabinas de 101 automóviles eléctricos, de gasolina e híbridos en 30 estados de modelos de entre 2015 y 2022 en busca de retardantes de llama potencialmente tóxicos, tanto en invierno como en verano. Los resultados del estudio fueron publicados este martes en Environmental Science & Technology.
Casi todos los automóviles (99 %) contenían tris (1-cloroisopropil) fosfato (TCIPP), un retardante de llama que el Programa Nacional de Toxicología de EE.UU. está investigando como posible carcinógeno, según los investigadores.
Además, la mayoría de los vehículos contenían retardantes de fuego adicionales en base a ésteres organofosforados, que también están asociados con trastornos neurológicos y reproductivos.