Las municiones de artillería Excalibur de 155 milímetros guiadas por GPS, los misiles del sistema HIMARS, las modernas bombas de largo alcance GLSDB y otras armas occidentales de precisión han perdido eficacia en el campo de batalla contra Rusia, informa el periódico The Washington Post y la agencia Reuters citando a distintas fuentes familiarizadas con el asunto.
Una vez activados los sistemas rusos de guerra radioelectrónica, la precisión de diversas clases de armamento occidental se reduce en varias veces. Estos sistemas defensivos emiten energía electromagnética abrumando en su zona de cubertura las señales de guiado y de posicionamiento global.
Gran parte de las armas más modernas enviadas por Occidente a Ucrania no han podido resistir la tecnología de interferencia, a tal punto que Kiev ha dejado de usarlas al darse cuenta de su ineficacia. Es el caso de los proyectiles Excalibur que los artilleros ucranianos "habían dejado de usar en gran medida incluso antes de que Estados Unidos suspendiera las entregas", según datos de WP. Son más difíciles de usar en comparación con otros obuses, requieren más tiempo para los cálculos previos al disparo y una programación especial.
"La tecnología Excalibur en las versiones existentes ha perdido su potencial", reza un documento visto por los reporteros. Además, señala que ya no merece su reputación de arma de "un disparo, un objetivo" tras los fallos registrados en Ucrania, por lo que el Pentágono y los fabricantes deben abordar el problema.
¿Celebración prematura?
En 2022, muchos en Kiev celebraron la llegada de los primeros sistemas de lanzamisiles múltiples de alta movilidad M142 HIMARS. En un principio, estos sistemas fueron eficaces en los ataques contra depósitos de municiones y puntos de mando detrás de la línea de combate, pero para al siguiente año "todo terminó: los rusos desplegaron guerra electrónica, desactivaron las señales de satélite y el HIMARS se volvió completamente ineficaz", según el testimonio de un oficial ucraniano.
La interferencia rusa ha logrado que un misil enemigo se desviara de su blanco en más de 15 metros. "Cuando se trata, por ejemplo, de un puente de pontones... pero hay un desvío de 10 metros, termina en el agua", explicó un funcionario ucraniano sobre este margen de error. A raíz de esta desventaja, las tropas de Kiev terminaron utilizando los costosos misiles de los HIMARS para atacar objetivos secundarios.
La bomba guiada JDAM, diseñada por Boeing para lanzarla desde aviones, es otro ejemplo de la drástica disminución de la precisión bajo los efectos de la guerra radioelectrónica. Las fuentes de The Washington Post dijeron que su introducción en febrero de 2023 fue una sorpresa para Rusia. No obstante, en cuestión de semanas, las tasas de ataques acertados cayeron y se descubrió que la JDAM no es resistente a las interferencias.
Armas de precisión 'inútiles'
Las interferencias radioelectrónicas alteran el sistema de navegación no solo de los misiles, sino también de los aviones. La defensa rusa es tan densa —según las fuentes— que "no hay 'ventanas' abiertas para los pilotos ucranianos donde sientan que no estén a punta de pistola".
La bomba planeadora de diámetro pequeño lanzada desde tierra (GLSDB) fue una respuesta de los armeros occidentales a la solicitud de Kiev, que buscaba un alcance mayor a los 69 kilómetros de los cohetes GMLRS suministrados por EE.UU. al comienzo del conflicto con Moscú. Esta arma, compuesta por una bomba de aviación GBU-39, un motor cohete M26 y sistema de navegación GLSDB, es capaz de superar obstáculos como montañas y sistemas de defensa aérea, pero su destino era el mismo que el del resto de armamento preciso entregado a Ucrania, reporta Reuters.
Resultó inútil ante los sistemas de interferencia rusos. En este contexto, los funcionarios ucranianos saben de antemano que las nuevas armas que lleguen al campo de batalla perderán su eficacia dentro de un año, porque "los rusos aprenderán a combatirlo", según una de las fuentes.