Las elecciones para el Parlamento Europeo que se han celebrado entre el 6 y el 9 de junio han dejado una resaca que confirma los pronósticos de las encuestas previas: el auge de la extrema derecha en prácticamente toda la Unión Europea.
El nuevo Europarlamento, compuesto por 720 eurodiputados, tendrá un mandato de cinco años y su giro a la derecha pronostica un cambio en algunas de las políticas más importantes del bloque comunitario.
De momento, ha supuesto una sacudida en algunos de los países más importantes de la Unión Europea (UE), como es el caso de Francia, cuyo presidente, Emmanuel Macron, decretó un adelanto de las elecciones legislativas tras el batacazo electoral de su partido; o el de Alemania, donde la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), ha sido la segunda fuerza, superando a los socialdemócratas del canciller Olaf Scholz.
Desafío legislativo
El bloque más centrista y europeísta ha logrado retener la mayoría en el Parlamento Europeo, gracias a los 186 escaños del Partido Popular Europeo (PPE), los 135 escaños de los Socialistas y Demócratas (S&D), y los 79 de Renew Europe (RE), según los datos actualizados a las 16:20 de este lunes (hora Bruselas).
Sin embargo, el desplazamiento del bloque hacia la derecha y el aumento de los grupos antieuropeístas y antisistema podrán dificultar la aprobación de legislación y la toma de decisiones.
El Europalamento es el encargado de aprobar el presupuesto comunitario y maneja una ingente cantidad de dinero. Tan solo en 2024 se aprobaron 189.385 millones de euros en créditos de compromiso y 142.600 millones de euros en pagos.
Además, la Asamblea aprueba legislación en todo tipo de cuestiones, como la relacionada con normas de consumo; ayudas para la Política Agrícola Común; todo lo referido a la política climática, la más progresista del mundo y en el punto de mira de las formaciones ultraderechistas; o las ayudas en materia de Defensa a Ucrania.
Además, tiene poder de veto para los nombramientos de la Comisión Europea, el Ejecutivo del bloque comunitario, órgano que también ostenta la potestad de la iniciativa legislativa.
A pesar de la importancia en la vida cotidiana de 450 millones de personas de las normas que emanan de la UE, una gran parte de los europeos no parece ser consciente de la trascendencia de estos comicios. Tan solo en 11 países la participación ha superado el 50 %, mientras que en el conjunto del bloque solo se ha alcanzado el 51 %.
De 2019 a 2024
Desde las anteriores elecciones al Europarlamento, en 2019, el mapa político nacional de Europa ha venido sufriendo cambios que ya auguraban los resultados que se conocen ahora.
Partidos de derecha están en el Gobierno de Eslovaquia, Hungría e Italia, mientras que están en coalición en los Ejecutivos de Finlandia y Suecia, entre otros.
Además, se esperan nuevas incorporaciones, como la que sucederá en breve previsiblemente en Países Bajos, o las ventajas que dan los sondeos en países como Francia, Austria y Bélgica.
La extrema derecha al acecho de los grandes
La extrema derecha ha alcanzado un auge sin precedentes en las últimas décadas en los grandes países de la Unión Europea, un organismo transnacional nacido de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial tras la victoria sobre la Alemania nazi y la Italia fascista.
Precisamente en Italia el partido de la primera ministra Giorgia Meloni, Hermanos de Italia, considerado de extrema derecha, fue la formación más votada con casi el 29 % de los votos.
En Francia la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, también ultraderechista y nacionalista, dominó los comicios con más del 31 % de los sufragios, sacando más del doble que el partido del presidente francés, Emmanuel Macron, que ha reaccionado convocando elecciones legislativas anticipadas, si bien él permanecerá en el cargo, en principio, hasta 2027. La jugada de Macron es arriesgada, puesto que puede aún perder más apoyos en las urnas.
Alemania, el país más poblado del bloque, con casi 84 millones de habitantes, ha visto como la ultraderecha de AfD se ha encaramado hasta la segunda posición, superando a los socialdemócratas del actual canciller, Olaf Scholz, a pesar de los escándalos que han jalonado su campaña. Hace meses, detuvieron a uno de los asesores de Maximilian Krah, en aquel entonces cabeza de lista de AfD para las elecciones al Parlamento Europeo, por trabajar para el Gobierno chino; y el propio Krah llegó a decir que no todos los miembros de las SS de Hitler eras criminales.
Su errática política fue demasiado lejos incluso para sus compañeros de viaje en Europa, que recientemente lo expulsaron del grupo Identidad y Democracia (ID), el mismo que integra la Agrupación Nacional de Le Pen, por considerarlo demasiado radical.
La excepción entre los cuatro grandes fue España, donde los partidos tradicionales Partido Popular (PP) y Partido Socialista Obrero Español (PSOE), conservador y de centro izquierda respectivamente, consolidaron su liderazgo aglutinando casi el 65 % de los votos.
Sin embargo, también en España ha crecido la ultraderecha, en este caso por dos flancos. El primero a través de Vox, el partido de extrema derecha que ha conseguido aumentar de 4 hasta 6 sus eurodiputados. Por otro lado, ha conseguido entrar en la Asamblea europea Se Acabó la Fiesta, una formación liderada por un agitador populista conocido por la difusión de bulos de todo tipo que logró el apoyo de más de 800.000 personas y consiguió 3 escaños.
¿Cordón sanitario?
Durante décadas los partidos mayoritarios tuvieron un acuerdo tácito de aislar a los partidos ultraderechistas, lo que se conoce como cordón sanitario. Sin embargo, los sucesivos resultados electorales nacionales han ido cambiando poco a poco la situación.
Por un lado, porque en algunos países las fuerzas de extrema derecha se han convertido en partidos mayoritarios o de Gobierno, con los que ha habido que entenderse en el seno de las instituciones comunitarias.
Por otro, en el ámbito nacional, la irrupción de estas fuerzas de extrema derecha, sobre todo en países en los que no habían existido, han forzado a los tradicionales conservadores a aliarse con ellos para alcanzar el poder.
Así ha sucedido, por ejemplo, en España, donde hasta hace apenas un brillo el PP aglutinaba a todo lo que estaba a la derecha del centro derecha. La irrupción de Vox supuso una división de su electorado que le hacía inviable volver a alcanzar gobiernos sin su apoyo, toda vez que no tiene ningún interlocutor con quien se entienda a su izquierda. Así, ya son cinco los Gobiernos regionales en los que el PP ha dado cabida a Vox.
Si bien democráticocristianos, socialdemócratas y liberales continúan capacitando la mayoría en el Parlamento Europeo, los guiños de distintos miembros del PPE a formaciones consideradas radicales deja la puerta abierta a que los equilibrios puedan cambiar en esta legislatura.
Entre esos guiños se encuentran los del líder del PP en España, Alberto Núñez Feijóo, o de la líder de la Unión Demócrata Cristiana (UDC) alemana, Ursula von der Leyen, a los Hermanos de Italia de Meloni.
De hecho, la mayoría de esos partidos tradicionales conservadores ya han asumido algunas de las ideas de los partidos ultraderechistas, que se han convertido en la línea de acción de la Unión Europea, como ha pasado en los asuntos relacionados con la migración y con las políticas verdes.
Así, tanto la migración y la seguridad, como las políticas para mitigar el cambio climático, han centrado buena parte de la campaña electoral para estas elecciones, además del conflicto de Ucrania, uno de los grandes elementos de divergencia entre los dos grandes bloques de partidos.
A partir de ahora queda por ver cómo terminan configurando los otros dos pilares de la Unión Europea. Ursula von der Leyen se postula de nuevo para dirigir la Comisión Europea, institución que preside desde hace cinco años. Para ello cuenta con el apoyo del S&D, según trasladó este domingo el presidente de este grupo, el portugués Pedro Marques, poniendo como condición que no se den coaliciones con la extrema derecha.
El Parlamento elegirá próximamente al nuevo presidente de la Comisión y después examinará y aprobará a todo el Colegio de Comisarios.
También se debe elegir a un nuevo presidente del Consejo Europeo, cargo que hasta el próximo 1 de diciembre desempeñará el belga Charles Michel. Se trata del órgano en el que están integrados los 27 jefes de Estado o de Gobierno de los países miembros de la UE, quienes son los responsables de elegir directamente a su presidente.
Así, a finales de año se tendrá ya una composición completa de quienes integrarán las máximas instituciones del bloque comunitario para el próximo lustro.
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