Las elecciones al Europarlamento del pasado domingo provocaron reacciones contradictorias y sacudieron el panorama político. Sin embargo, no han traído cambios revolucionarios en la UE, y "la composición del órgano representativo no ha cambiado significativamente", opina Fiódor Lukiánov, editor jefe de la revista Russia in Global Affairs y presidente del Consejo de Rusia para Política Exterior y de Defensa.
Los Gobiernos de Francia y Alemania pierden respaldo popular
El experto destaca los resultados de las elecciones en Francia y Alemania, donde las fuerzas gobernantes no gozan de apoyo popular.
En Francia, el partido del presidente Emmanuel Macron obtuvo menos de la mitad de votos que la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, que logró el apoyo de más del 31 % de los votantes. Según Lukiánov, Macron reaccionó rápidamente disolviendo la Asamblea Legislativa para "invertir la tendencia" a través de elecciones que se celebrarán en dos vueltas los próximos 30 de junio y 7 de julio.
Por su parte, el Partido Socialdemócrata del canciller alemán Olaf Scholz fue la tercera fuerza más votada en el país (13,90 %), por detrás incluso que la extrema derecha de Alternativa para Alemania (AfD), que obtuvo un 15,90 %. Aunque la oposición exigió a Scholz convocar nuevos comicios, en Alemania este escenario es "muy poco probable".
Impacto en la política de la UE
Según Lukiánov, Macron corre ciertos riesgos al convocar elecciones legislativas, pero es totalmente consciente de cómo perciben los ciudadanos los comicios europeos en comparación con los nacionales. Señala que las europeas constituyen "una oportunidad para expresar descontento con las autoridades sin consecuencias directas", ya que la vida cotidiana de un ciudadano europeo no está influenciada directamente por los diputados de la UE. En cambio, en las elecciones nacionales se elige a las personas que formarán el Gobierno, de quienes dependerá la situación económica de cada ciudadano.
El presidente francés centró su campaña al Parlamento Europeo en el conflicto ucraniano, llegando a prometer una intervención directa en los combates, lo cual no logró movilizar a los votantes. En Alemania, la cuestión también fue relevante, aunque no principal. La Unión Demócrata Cristiana (la fuerza más votada con un 30 %) adoptó una postura más proucraniana que los socialdemócratas de Scholz, mientras que Alternativa para Alemania y la izquierdista Alianza Sahra Wagenknecht se opusieron a armar a Ucrania.
En consecuencia, Lukiánov plantea la pregunta de si esta demostración de escepticismo de una gran parte de los votantes hacia la implicación en el conflicto ucraniano influirá en la política de la UE y sus socios. Y la respuesta, según él, es negativa.
El experto sostiene que el 'establishment' europeo interpreta estas señales como una falta de explicación o por la influencia hostil de Rusia, por lo que considera necesario redoblar esfuerzos en lugar de cambiar de rumbo.
La ultraderecha europea y la alternativa al curso político
En Francia y Alemania, los partidos de extrema derecha siguen aislados de la política de coaliciones y son acusados de ser la quinta columna de Putin. Sin embargo, su creciente apoyo hace insostenible marginarlos indefinidamente. La "normalización" de estos partidos podría acercarlos al 'mainstream' político, aunque este resultado no está asegurado y depende de que su apoyo alcance una masa crítica.
Lukiánov subraya que en realidad "no hay alternativa al actual rumbo de la política exterior europea: se ha apostado demasiado por el que se sigue actualmente".
Los cambios insignificantes en el sistema político son posibles, pero están más relacionadas con la paralización del sistema que con una revisión de sus fundamentos.
"La política europea se está transformando en su estructura, pero aún no está cambiando en esencia", señala. Lo más probable es que solo pueda cambiar como resultado de rupturas y convulsiones, algo previsible pero imposible de predecir, concluye Lukiánov.