La decisión de Washington de permitir al regimiento ultranacionalista ucraniano Azov, prohibido y calificado de terrorista en Rusia, utilizar armas estadounidenses, levantando así su propia prohibición de hace una década, es "una señal de desesperación" que solo refuerza la afirmación de Moscú de que está luchando contra el neonazismo en Ucrania, dijo a RT Michael Maloof, exanalista principal de políticas de seguridad del Departamento de Defensa de EE.UU.
Además, el experto cree que la medida representa un intento tardío de "reforzar la moral" entre los militares ucranianos en medio de los avances del Ejército ruso en el frente este año.
Al argumentar su decisión, el Departamento de Estado de EE.UU. afirmó que actualmente la 12.ª Brigada Azov de las Fuerzas Especiales de Ucrania "difiere significativamente" del Batallón Azov creado en 2014, al cual Washington prohibió suministrar armas después de determinar que varios de sus fundadores defendían ideologías racistas, xenófobas y ultranacionalistas.
"Está claro que el grupo Azov no pasó de pecadores a santos de la noche a la mañana. Todavía hay una lista de atrocidades que han cometido, abusos de los derechos humanos", comentó la decisión Maloof, agregando que "todavía se les ve marchando como un grupo con sus símbolos, con su camaradería y su disciplina en apoyo al fascismo".
En este contexto, el exanalista del Pentágono cuestionó "la lógica" de Washington "de querer seguir apoyando a un equipo nazi como este porque la guerra básicamente ya está perdida".
"Apoyar a Azov solo echa más leña al fuego", así como "refuerza y fortalece la postura de Rusia de que se trata de luchar contra el nazismo en Ucrania", concluyó Maloof, en referencia a los objetivos de la operación especial militar rusa.