Una oleada de violentas protestas se extendió por Kenia a mediados de este mes de junio por los planes del Gobierno de aprobar un proyecto de alza de impuestos sobre una serie de bienes y servicios, obligando a las autoridades a declarar el estado de emergencia y desplegar el Ejército para hacer frente a los manifestantes. A pesar de los disturbios generalizados, al presidente no le queda más remedio que firmar el controvertido documento, opina el historiador y africanista Alexéi Tselunov.
Mientras tanto, el caos continúa en el país con kenianos enfrentándose en las calles a gases lacrimógenos, balas de goma, cañones de agua y al Ejército, en protesta por la subida de impuestos propuesta por el Gobierno y exigiendo la dimisión del presidente, William Ruto. Todo ello en medio de una crisis financiera provocada por los efectos persistentes de la pandemia del covid-19, el conflicto en Ucrania, dos años consecutivos de sequía y la depreciación de la moneda nacional.
¿Cómo empezó todo?
El disparador de las protestas masivas, que llegaron a su punto culminante esta semana, fue el proyecto de presupuesto de mayo, que preveía la introducción de impuestos y gravámenes adicionales. Entre ellos figuraban un impuesto anual sobre el transporte del 2,5 % del valor del automóvil, un aumento del IVA del 16 % sobre el transporte de pan y caña de azúcar, un incremento de los impuestos especiales sobre determinados productos y una nueva tasa medioambiental que afectaría a la mayoría de los productos industriales, entre otros.
Tselunov explicó que las autoridades de Kenia –país con una deuda pública del 68 % del PIB, aunque el 'techo' recomendado es del 55 %– decidieron tomar estas medidas debido a la "presión" del Fondo Monetario Internacional (FMI), que exige endurecer la disciplina fiscal para desbloquear la financiación. Así, Nairobi tuvo que comprometerse a reducir el déficit presupuestario del 5,7 % al 3,3 % del PIB, para lo que las autoridades decidieron aumentar la presión fiscal sobre los ciudadanos.
Curso de los eventos
Asimismo, el analista recordó que la primera oleada de protestas se produjo el 18 de junio, lo que obligó a los legisladores a excluir del proyecto de ley las medidas para aumentar el IVA sobre el pan, los pagos por móvil y transacciones de divisas, el impuesto sobre automóviles, el impuesto especial sobre los productos petrolíferos y el impuesto medioambiental, dejándolo en vigor solo para los bienes importados. Sin embargo, las protestas continuaron y abogaron por un rechazo total al proyecto de ley e incluso se hicieron llamamientos a la dimisión del presidente.
El 25 de junio, los diputados aprobaron, en segunda lectura, el proyecto, lo que provocó el asalto a la sede legislativa en la capital, Nairobi. Los enfrentamientos con la Policía dejaron al menos 23 manifestantes muertos, decenas de heridos y más de 200 arrestos.
Los manifestantes denunciaron que la nueva ley dañará la economía y aumentará el costo de vida de los kenianos, que ya se encuentran en una situación económica difícil. Ese mismo día, las autoridades de Kenia ordenaron desplegar el Ejército para hacer frente a las violentas protestas que han surgido en varios puntos del país africano.
Si los parlamentarios aprueban el proyecto de ley en la tercera lectura, que está planeada para después de unas vacaciones, la legislación entraría en vigor tras la ratificación del presidente del país, William Ruto. Sin embargo, este último se negó este miércoles a firmar la controvertida ley.
Aunque algunos se han retirado de las protestas masivas tras la concesión del presidente William Ruto de retirar el polémico proyecto de ley fiscal, las manifestaciones estallaron con renovado vigor el jueves, según el diario keniano The Standard.
Los que siguen en las calles no se dejan convencer por las promesas de su Gobierno, se muestran indignados por la creciente corrupción y están enfurecidos por la muerte de manifestantes en medio de la represión policial.
Mientras el curso de las protestas da un nuevo giro, los empresarios cuentan sus pérdidas por segunda vez en una semana, ya que la mayoría de los negocios, incluidas las tiendas minoristas, permanecen cerrados la mayor parte del tiempo. El jueves, unos saqueadores se aprovecharon de la situación y rompieron escaparates de cristal, llevándose mercancías por valor de millones de chelines kenianos.
¿Y ahora qué?
Fuentes de la Cámara de Representantes afirmaron que el proyecto sería enviado nuevamente al Congreso junto con una serie de enmiendas que los parlamentarios deberán considerar.
No obstante, de acuerdo con Tselunov, aunque la situación en el país se calmó un poco este miércoles, "lo más probable es que solo [fuera] temporalmente". A pesar de la negativa inicial del presidente, "todavía tendrá que firmarlo", ya que "prácticamente no hay alternativa a la subida de impuestos", cree el experto.
Otra opción era un plan para recortar en 1.560 millones de dólares el gasto en 45 sectores clave de la economía y la esfera social, pero estas medidas frenarían una serie de importantes proyectos de regadío, según el experto.
También se propuso aumentar los impuestos sobre el combustible, las importaciones y el transporte ferroviario, pero parece una alternativa poco convincente. Por otra parte, cubrir el déficit presupuestario con préstamos extranjeros estropearía las relaciones del país con el FMI, dijo.