La Fiesta del Pepino, que se celebra anualmente en la ciudad rusa de Súzdal, se ha convertido en un evento muy popular entre los 'zoomers'. Jóvenes de todo el país llegan a esta localidad para participar en el festejo dedicado a este fruto.
La celebración tiene lugar el segundo o tercer sábado de julio, cuando llega el pleno periodo activo de la cosecha. El lugar tradicional de la feria es el Museo de Arquitectura de Madera. La ciudad no fue elegida por casualidad: durante siglos, la agricultura ha sido una de las principales ocupaciones de los habitantes de Súzdal y su fértil región.
Tanta popularidad entre los jóvenes se debe al bloguero ruso Ilyá Maddyson que hace cinco años visitó el lugar y publicó un video de su experiencia, donde se refirió en broma a la Fiesta del Pepino como el "Woodstock ruso" (en referencia al gran festival musical de 1969 que se llevó a cabo en el estado de Nueva York), y recomendó asistir al evento.
Un programa de conciertos acompaña la festividad. Artistas de toda Rusia interpretan canciones de diversos géneros, desde folclore hasta música electrónica. También se realiza un concurso de coplas humorísticas rusas llamadas 'chastúshki'.
La gente se ubica frente al escenario para bailar, incluida la tradicional danza 'jorovód'.
Los visitantes se preparan con entusiasmo y eligen cuidadosamente sus trajes temáticos: acuden con vestimenta típica rusa, accesorios con forma de pepino o incluso se transforman en este producto. Por ello, en las redes sociales la fiesta obtuvo el apodo de 'Burning Man ruso'.
Durante esa jornada, en Súzdal se puede degustar no solo pepinos frescos y encurtidos, sino también pepinos fritos, mermelada de pepino, tartas de pepino y otras delicias culinarias poco comunes.
La Fiesta del Pepino también ofrece otras experiencias interesantes para los visitantes: clases de alfarería, tiro con arco, antiguas atracciones o viejos juegos intelectuales de madera.
Cuando terminan las celebraciones, se lanza al cielo el principal símbolo del evento: 'el Pepino Volador', al que se le adhieren deseos de los participantes. Más adelante, la persona afortunada que encuentre al 'viajero' tradicionalmente recibe un premio.