Las exportaciones estadounidenses de gas natural licuado disminuyeron en julio tras una caída del 57 % en los envíos desde la terminal de Freeport, en la costa norte del golfo de México, según reveló la empresa Kpler, especializada en el seguimiento de embarcaciones comerciales.
Según sus datos, que recoge este viernes el proyecto Natural Gas Intelligence, las exportaciones de este hidrocarburo por productores estadounidenses cayeron de los 7,06 millones de toneladas en junio pasado a los 6,76 millones en julio. Respecto a julio de 2023, el desplome es aún más perceptible, puesto que, hace un año, EE.UU. había suministrado al exterior 7,13 millones de toneladas.
Una de las consecuencias de esta dinámica es la llegada a Europa Occidental de solo 1,5 millones de toneladas de gas licuado en julio, un valor bajo y visto por última vez en diciembre de 2021, según una gráfica comparativa de Bloomberg.
Rusia estuvo el mes pasado cerca de superar a EE.UU. como principal proveedor de Europa, a pesar de los esfuerzos políticos de las autoridades de la Unión Europea para 'castigar' a Moscú por su operación especial militar contra Kiev. Los datos del monitoreo de barcos comerciales muestran que Europa recibió 1,3 millones de toneladas de GNL de origen ruso y no fue el mayor valor mensual para el año en curso.
Las interrupciones de entregas fueron causadas por las tormentas tropicales y, en particular, Freeport suspendió las cargas durante más de dos semanas a raíz del huracán Beryl. Al mismo tiempo, explicó Bloomberg, en Egipto aumentó la demanda de GNL relacionada con la escasez de energía en medio de temperaturas extremas y una producción de gas propio reducida. La nación norafricana tuvo que pagar una prima a los precios europeos para atraer la oferta y se llevó una parte de los flujos estadounidenses.
Aunque Europa consume menos gas en verano que en invierno, el cambio pone de relieve lo tensa que puede ser la competencia por los envíos de GNL y lo difícil que es desprenderse de la energía rusa, destacan desde la agencia.
Si la competencia por el combustible continuara creciendo, los países europeos no podrían prescindir del gas de origen ruso que llega a los puertos de Europa tras un trasbordo, de conformidad con la restricción comunitaria que debería entrar en vigor el año que viene.