Los gobiernos del sudeste de Europa están luchando para contener un brote de peste ovina y caprina que habría comenzado el mes pasado en Rumania y que amenaza con extenderse por Bulgaria y los Balcanes. Los animales afectados presentan fiebre alta y decaimiento, además de secreción ocular y nasal.
Bulgaria aún no ha presentado ningún caso pero ya introdujo la desinfección obligatoria de los vehículos en todos los pasos fronterizos a partir de este lunes, reportan medios locales. La medida también incluye la obligación de realizar pruebas PCR a los animales y se permitirá su entrada al país solo después de obtener un resultado negativo.
Mientras, Grecia ha prohibido el traslado de ovejas y cabras de sus granjas para intentar contener esta infección viral detectada por primera vez en el país el 11 de julio.
Hasta el 29 de julio se habían sacrificado unos 8.000 animales y examinado más de 200.000, principalmente en la región central de Tesalia, dijo a Reuters Georgios Stratakos, un alto funcionario del Ministerio de Agricultura griego.
Entre las restricciones anunciadas la misma jornada por el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural del país, Kostas Tsiaras, se destaca la prohibición de la matanza de cabras y ovejas para el consumo humano, además de la ampliación a todo el territorio nacional de las medidas que se aplican desde hace más de una semana en Tesalia.
Según Christos Tsopanos, presidente de la Asociación de Ganaderos Griegos, citado por The Guardian, "Grecia tiene 14 millones de cabras y ovejas, más que cualquier otro Estado [de la UE]", y los animales sacrificados todavía no representan un número alarmante.
"Es un problema para los agricultores que han perdido su ganado, pero esperamos que reciban una compensación rápida", señaló Tsopanos.
La leche proveniente de las granjas de Grecia es utilizada para elaborar el queso feta, el mismo que representa un importante motor económico para la nación. Tsiaras afirmó que las exportaciones de ese producto no corren ningún riesgo, pero no se puede descartar un posible aumento de los precios de los quesos más populares.
Pérdidas millonarias
La peste de los pequeños rumiantes (PPR), llamada también 'plaga de las cabras', fue reportada por primera vez en 1942 en Costa de Marfil y se ha convertido en un factor que genera grandes pérdidas socioeconómicas extendiéndose en regiones de África, Oriente Medio, Asia y Europa.
Hoy en día, más de 70 países han sido afectados o están en situación de alto riesgo. Los brotes de PPR son una emergencia debido a la rápida propagación de la enfermedad y su alta tasa de mortalidad animal.
Informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) detallan que la PPR causa pérdidas económicas anuales de hasta 2.100 millones de dólares.
Más allá de esta cifra, 300 millones de familias corren el riesgo de perder sus medios de vida, su seguridad alimentaria y sus oportunidades de empleo. Además, el brote puede llegar a afectar los ingresos de exportación y generar escasez de suministros.
La Organización Mundial de Sanidad Animal y la FAO, en su estrategia conjunta para el control y la erradicación de la PPR, se han fijado el objetivo de erradicar la enfermedad para 2030.