La familia de un explorador francés que murió en la tragedia del sumergible Titán a finales de junio del año pasado presentó este martes una demanda por más de 50 millones de dólares, declarando que la tripulación experimentó "terror y angustia mental" antes de la tragedia y acusando al operador del submarino de negligencia grave, reporta Daily Mail.
Paul-Henri Nargeolet, de 77 años, fue uno de los cinco pasajeros del sumergible, y había participado en 37 inmersiones en el sitio donde se hundió el Titanic, más que cualquier otro buceador en el mundo. Según la demanda presentada por su familia, el Titán "dejó caer pesos" aproximadamente a los 90 minutos de su inmersión, lo que indica que la tripulación había abortado o intentado abortar la inmersión.
"Si bien es posible que la causa exacta de la falla nunca se determine, los expertos coinciden en que el equipo del Titán se habría dado cuenta exactamente de lo que estaba pasando", indica el documento. "El sentido común dicta que la tripulación sabía muy bien que iban a morir, antes de morir".
De acuerdo con la demanda, el equipo del Titán habría escuchado el crujido de la fibra de carbono que se hacía más intenso a medida que el peso del agua presionaba el casco del submarino. Según los cálculos de los expertos, la tripulación habría continuado el descenso "con pleno conocimiento de las fallas irreversibles de la nave, experimentando terror y angustia mental" antes de que el sumergible finalmente implosionara. "Puede que el difunto Nargeolet muriera haciendo lo que más le gustaba, pero su muerte, como la de los demás miembros del equipo del Titán, fue injusta".
Además de la descripción de los posibles últimos momentos de vida del equipo a bordo, la demanda critica el "moderno sistema electrónico inalámbrico" del Titán, y afirma que ninguno de los mandos o indicadores funcionaría sin una fuente constante de energía y una señal inalámbrica. Por su parte, un portavoz de OceanGate se negó a comentar todas las acusaciones presentadas en la demanda.
- El 18 de junio de 2023, se reportó la desaparición del submarino Titán, propiedad de la empresa OceanGate Expeditions, que llevaba a un grupo de cinco turistas a ver los restos del Titanic en el fondo del océano Atlántico, a unos 300 metros de la proa del barco. Unos días después, la Guardia Costera de EE.UU. anunció el descubrimiento de los restos del sumergible y se concluyó que había sufrido una implosión catastrófica.