El precio del oro se disparó el viernes hasta un máximo histórico, llegando a superar los 2.500 dólares por onza ante la posibilidad de recortes de las tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos en septiembre.
Las tasas más bajas por lo general benefician al oro, que es un activo sin rendimiento que no paga intereses. El dólar, a su vez, continúa debilitándose por cuarta semana consecutiva, contribuyendo al aumento del atractivo del metal precioso para los inversores.
Se prevé que el presidente de la Reserva Federal de EE.UU., Jerome Powell, se pronuncie sobre el panorama económico el próximo viernes, el primer día completo del simposio económico anual de la Reserva Federal de Kansas City en Jackson Hole (Wyoming).
Este año el oro ha subido más del 20 % en medio del creciente optimismo sobre la relajación de la política monetaria y grandes compras del metal precioso por parte de los bancos centrales. El incremento de la demanda del oro también se debe a su estatus de activo refugio en medio de los crecientes riesgos geopolíticos, que incluyen las tensiones en Oriente Medio.
Entretanto, hay un debate sobre la magnitud de los posibles recortes de la Reserva Federal estadounidense. Bart Melek, jefe de estrategia de materias primas de TD Securities, comentó a Fortune que los que invierten en oro "tienden a ser más propensos a pensar que la Reserva Federal será más agresiva en el frente de la acomodación monetaria". En opinión de Melek, los precios podrían seguir subiendo hasta los 2.700 dólares en los próximos trimestres.