AUKUS elimina sus barreras para la venta de armas a Australia: ¿qué hay detrás de la medida?
Los países miembros del bloque AUKUS (Estados Unidos, Reino Unido y Australia) acordaron simplificar significativamente el comercio mutuo de armas e intercambio de tecnologías militares eliminando los procedimientos burocráticos, en el marco del pacto trilateral establecido en 2021, según un comunicado del Gobierno estadounidense.
Las nuevas reglas entrarán en vigor el 1 de septiembre y suponen que a partir de esa fecha Washington, Londres y Canberra cancelarán una parte importante de los trámites burocráticos (principalmente licencias de exportación) para el suministro mutuo de armas y tecnologías militares sensibles.
La medida tiene como objetivo implementar uno de los componentes del acuerdo trilateral AUKUS y afectará principalmente a las exportaciones de equipo militar y tecnologías bélicas de EE.UU. y Reino Unido a Australia.
Aunque los tres países son aliados cercanos, tanto Washington como Londres siguen aplicando procedimientos estrictos que implican la emisión de licencias especiales para el suministro de armas y tecnología a Canberra. En el caso de EE.UU., procesar dichos permisos lleva hasta 180 días, y en el caso del Reino Unido, hasta 100. Australia también debe obtener permisos de exportación cuando suministra armas y tecnología a sus dos naciones aliadas.
El Gobierno australiano comunicó que pondría fin a la necesidad de los 900 permisos necesarios para exportar bienes a EE.UU. y Reino Unido, que llega a un valor total de 5.000 millones de dólares anuales. A juzgar por las declaraciones de las partes, a partir de ahora un 80 % de los procedimientos serán abolidos en el marco del acuerdo, informa Defense News.
¿Una nueva potencia nuclear marina?
Los miembros de AUKUS también avanzaron recientemente en la implementación de los acuerdos sobre sumergibles. El 5 de agosto firmaron un acuerdo que, según el Departamento de Estado estadounidense, permitirá a los tres países "intercambiar información sobre submarinos de propulsión nuclear", además de facilitar que Washington y Londres transfieran a Canberra "materiales y equipos necesarios para la construcción, operación y mantenimiento seguros de submarinos nucleares equipados con armas convencionales".
Por su parte, el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) anunció que había sido notificado sobre ese acuerdo, mediante el cual Australia adquirirá submarinos nucleares. Sin embargo, la organización recordó las restricciones que las partes están obligadas a cumplir en el marco del Tratado sobre la No Proliferación de las Armas Nucleares (TNP).
La reacción de China
China reaccionó con mucha cautela ante el fortalecimiento de la cooperación entre los países miembros de AUKUS. "La cooperación en materia de submarinos de propulsión nuclear entre EE.UU., el Reino Unido y Australia viola los objetivos y propósitos del TNP. La cooperación implica la transferencia de reactores de submarinos de propulsión nuclear y una gran cantidad de uranio altamente enriquecido apto para armas de Estados poseedores de armas nucleares a un Estado no poseedor de armas nucleares, lo cual constituye graves riesgos de proliferación nuclear", advirtió la semana pasada el Ministerio de Relaciones Exteriores chino.
Cabe recordar que el tratado TNP estipula que las potencias nucleares —Estados Unidos y Reino Unido— no tienen derecho a transferir armas nucleares a países no nucleares (en este caso, Australia) ni ayudarlos a crearlas. Las naciones no poseedoras de armas nucleares, a su vez, se comprometen a no aceptar tales armas ni asistencia en su desarrollo.
El intercambio de tecnología militar de AUKUS
La clave del acuerdo AUKUS, firmado en 2021, es la venta de submarinos estadounidenses de propulsión nuclear al país oceánico y sustituir así los anticuados sumergibles australianos con el fin de proyectar el poder de la alianza en el Pacífico.
Según el convenio trilateral, Australia debería recibir sus primeros submarinos de fabricación estadounidense a partir del 2032.
Sin embargo, los dos astilleros estadounidenses en los que se construyen submarinos nucleares apenas intentan compensar décadas de recortes tras el final de la Guerra Fría, al tiempo que procuran quintuplicar la producción y modernizar su propia flota.