Las zonas de velocidad ultrabaja (ULVZ, según sus siglas en inglés), que se encuentran en el fondo del manto de nuestro planeta y destacan por su capacidad de reducir la velocidad de las ondas sísmicas, podrían estar por todas partes y no solamente en el manto profundo de la Tierra, según un nuevo estudio publicado por investigadores de la Universidad de Utah (EE.UU.).
La investigación de un equipo de geofísicos y geólogos de esta universidad, que tuvo como objetivo descifrar el fenómeno de las ULVZ, además de rastrear la correlación entre las señales sísmicas y las anomalías en el manto terrestre, recopilaron los datos de 58 terremotos que ocurrieron de 2008 a 2022 en Nueva Guinea y que se registraron en América del Norte tras atravesar el planeta.
¿Qué son las zonas de velocidad ultrabaja?
Las ULVZ, las capas delgadas de pequeña escala ubicadas en el fondo del manto, encima del núcleo exterior de metal líquido, son calificados por los científicos como las estructuras más anómalas dentro del interior de la Tierra.
Estas zonas, donde las ondas sísmicas se ralentizan hasta la mitad de su velocidad habitual y la densidad aumenta un tercio, suelen localizarse cerca de regiones del manto donde la roca caliente se eleva, formando así cadenas de islas volcánicas como Hawái. Los científicos consiguieron cartografiar trazas de las ULVZ no solamente en las zonas sísmicas pertenecientes a las grandes provincias de baja velocidad, y concluyeron que las zonas de velocidad ultrabaja son muy extendidas.
Asimismo, los científicos indicaron que las zonas de velocidad ultrabaja, por su parte, podrían ser la raíz de columnas de todo el manto que dan lugar a volcanes calientes, lo que refuerza significativamente la teoría de que existe una estrecha conexión entre las señales sísmicas y el vulcanismo observado en regiones como Islandia, las islas Galápagos y Yellowstone, entre otras.
¿Qué significa el nexo entre estos dos fenómenos?
Tal descubrimiento podría ayudar a los geofísicos y geólogos a predecir mejor la actividad volcánica y sísmica en el futuro gracias a un mayor entendimiento de cómo se propagan las ondas sísmicas a través del manto y de qué manera interactúan con las zonas de velocidad ultrabaja. "Se puede colocar receptores virtuales en cualquier lugar de la superficie de la Tierra y esto indica cómo debería verse el sismograma de un terremoto en ese lugar. Y podemos compararlo con las grabaciones reales que tenemos", dijo Michael Thorne, profesor asociado de geología y geofísica de la Universidad de Utah. "Ahora podemos hacer una proyección retrospectiva de dónde proviene esta energía".
No obstante, las investigaciones prosiguen, puesto que, como señaló Thorne, todavía "hay muchas preguntas abiertas a las que aún no tenemos respuestas".