Contrariamente a la creencia divulgada, los pueblos primitivos no arrojaban lanzas cuando cazaban mamuts, sino que las clavaban en el suelo, según un estudio de los arqueólogos de la Universidad de California en Berkeley, publicado en la revista PLOS One.
Los investigadores afirman que los cazadores de comunidades primitivas podrían haber apoyado la parte trasera de sus lanzas puntiagudas contra el suelo y haber inclinado el arma hacia arriba, de forma que pudiera atravesar al animal que atacaba. La fuerza habría hecho que la lanza se hundiera más profundamente en el cuerpo del animal, según un comunicado del estudio.
Para llegar a tal conclusión, los científicos recrearon las armas primitivas dotadas de las puntas Clovis, artefactos líticos característicos de la cultura del período Paleoamericano (10.000 a. C. o más), que fueron encontrados en numerosos sitios arqueológicos de la Edad de Hielo en América del Norte.
Para evaluar su hipótesis sobre la punta, el equipo de Berkeley construyó una plataforma de prueba para medir la fuerza que podía soportar una lanza ante la fuerza simulada de un animal que se aproximaba, antes de que la punta se partiera. Al realizar una serie de experimentos, los científicos mostraron que un lanzamiento de lanza equipada con punta Clovis no causaría ningún daño a un mamut.
"El tipo de energía que se puede generar con el brazo humano no tiene nada que ver con la que genera un animal al correr con fuerza y rapidez. Es un orden de magnitud diferente", afirmó Jun Sunseri, coautor del estudio.
Al contrario, una vez que las puntas de piedra Clovis afiladas, sujetas a la plataforma, perforaban a un animal simulado, los científicos descubrieron que las puntas funcionaban como las balas de punta hueca actuales, capaces de infligir "heridas graves" a mastodontes, mamuts, bisontes y felinos dientes de sable.