Después de una investigación judicial que se prolongó durante un año y medio, las autoridades identificaron el extraño 'modus operandi' que utilizaba el grupo delictivo conocido como 'Robledo' para cometer sus crímenes en Medellín, la capital del departamento colombiano de Antioquía, informó este sábado la revista Semana.
Esta organización criminal, que opera como una empresa legalmente constituida de 170 empleados, obtenía mensualmente alrededor de 120.000 dólares por llevar a cabo sus acciones delictivas, entre las que destacan la desaparición forzada, el homicidio, el tráfico de estupefacientes y la extorsión.
De acuerdo con Semana, la banda delictiva era dirigida por un hombre de 43 años que se desplaza en silla de ruedas, identificado con el alias de 'la Bruja'. La investigación judicial reveló que el líder de Robledo consultaba las cartas para anticipar los riesgos que podría correr su organización y, de esa manera, evadir a las autoridades.
Brujería y santería para cometer sus crímenes
En un operativo realizado por la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá se descubrieron objetos y sustancias relacionados con rituales de brujería y santería en una habitación de la vivienda de la Bruja. "Él hace las cosas con base en la santería y da las recomendaciones a la luz de eso", indicó a Semana una fuente que conocía a la Bruja.
El paradero de la Bruja quedó al descubierto después de una de las disputas al interior del grupo criminal por el control del tráfico de drogas. Según el declarante, el líder de Robledo fue el responsable de llevar a cabo el asesinato de otro miembro de la banda en un ritual vinculado con la santería. "Ese día se puso una toga negra de monje, se emborrachó y cometió el hecho", aseguró la fuente.
Por otro lado, Semana detalló que los integrantes de Robledo hacen uso de la santería para desplazarse por las zonas más peligrosas de la ciudad, además de llevar a cabo "pactos de sangre" con otros delincuentes para que no operen en sus territorios
La Bruja fue detenido este miércoles por la Policía junto con otros 24 miembros de su organización. Cuando se percató de la presencia de las autoridades, el hombre lanzó su celular por el balcón de su apartamento, ubicado en el piso 25, con la finalidad de que su dispositivo no fuera revisado.