El director ejecutivo del Grupo Volkswagen, Oliver Blume, declaró al periódico Bild am Sonntag que el estado económico de la compañía es alarmante y las cosas "no pueden seguir como antes". "El pastel se ha vuelto más pequeño y tenemos más invitados a la mesa", señaló al justificar un plan de recortes de gastos a gran escala que podría incluir el cierre de fábricas.
Los despidos por motivos operativos forman parte de las medidas de austeridad diseñadas por el gigante automotriz alemán para sobrevivir a la caída de sus ventas. "La estabilidad económica se ha vuelto más difícil, en Europa se compran menos vehículos y, al mismo tiempo, entran en el mercado nuevos competidores de Asia", destacó Blume.
Las garantías laborales que ofrecía la compañía en sus 87 años de historia se ven ahora amenazadas por un plan de ahorro de 4.000 millones de euros, mientras las acciones del grupo automovilístico han caído en casi un tercio en los últimos cinco años.
En respuesta a estas declaraciones, Daniela Cavallo, líder del comité de empresas europeas de Grupo Volkswagen, calificó los planes de recorte como un "indicador de pobreza" y una "declaración de quiebra". Por otro lado, Janine Wissler, presidenta del partido alemán de izquierda Die Linke, declaró al Rheinische Post que la situación es fruto de una "mala gestión". "Es increíblemente lamentable que una empresa como Volkswagen, que pagó 4.500 millones de euros a sus accionistas en el último ejercicio financiero, ahora afirme que no puede recaudar 5.000 millones de euros para evitar los cierres", agregó.