Un 'tsunami' de lodo arrasó el 5 de noviembre de 2015 el municipio de Mariana, en el estado de Minas Gerais, en el sudeste de Brasil. La rotura de la represa Fundao liberó 40 millones de metros cúbicos de residuos tóxicos y provocó la muerte de 19 personas.
Los desechos de minerales recorrieron más de 600 kilómetros por el río Doce hacia el océano Atlántico y destruyeron comunidades enteras. Los estudios realizados hasta la fecha detectaron que la contaminación afectó a animales microscópicos y aquellos que se encuentran en la base de la cadena alimentaria.
Nueve años después, los especialistas han descubierto que animales grandes -peces, aves, tortugas, marsopas e incluso ballenas- sufren las consecuencias de aquel desastre. Muchas especies nacen con anomalías y deformidades, y se han detectado casos de tumores.
Un informe monitoreado por el Programa de Monitoreo de la Biodiversidad Acuática (PMBA), y que recoge G1, reveló que se encontraron más de 15 metales distintos en organismos marinos.
Según los investigadores, después del desastre, los impactos comenzaron en los organismos de la base de la cadena alimentaria, y después perjudicó a peces, aves y animales más grandes, como los cetáceos.
"Contaminación acumulada"
El oceanógrafo del Instituto Chico Mendes de Conservación de la Biodiversidad (ICMBio), Joao Carlos Tomé, detalló que "el nivel de contaminación se fue acumulando". "Es lo que llamamos bioacumulación. Los animales de vida corta mueren rápidamente, se hunden hasta el fondo y el sedimento vuelve a estar disponible para la cadena (...) Los animales longevos, cada año que pasa, reacumulan y aumentan la absorción de estos metales", comentó.
Por su parte, el biólogo Frederico Drummond subrayó que se encontraron "importantes deficiencias de salud en las tortugas", una de ellas fue las conjuntivitis, que no existía antes del desastre, y también la pérdida de diversidad genética.
En relación a las ballenas, se realizaron biopsias a algunos de estos animales varados en Espírito Santo y se detectó la presencia de metales en su sangre.
"El vínculo causal en animales como las ballenas, que viajan por el mundo, es más difícil, no es tan lineal cuando lo comparamos, por ejemplo, con las tortugas. Pero existen fuertes correlaciones estadísticas que respaldan la evidencia de que este impacto llegó a las ballenas", comentó el experto.
Por último, el investigador João Carlos Tomé recordó que el metal presente en el agua también alcanzó a las marsopas, un cetáceo que se asemeja a un delfín. "Hay cambios en los organismos de las marsopas, que son la población más amenazada de Brasil en la desembocadura del Río Doce", recalcó.
Se detectaron impactos significativos en la salud, así como consecuencias indirectas, como, por ejemplo, una reducción de la comunicación entre ellas. "Como se comunican mediante el sonido, la alta turbiedad del ambiente dificulta que machos, hembras y crías se encuentren", matizó.