Moscú es una ciudad que se desarrolla a un ritmo vertiginoso. Sin embargo, la vida rural y la realidad urbana chocan en determinados momentos. Es lo que ocurre en el barrio de Bútovo de la capital rusa, donde hay una invasión de cabras que deambulan por las calles, chocan con los coches y causan inquietud entre los vecinos.
Aunque Bútovo es un buen ejemplo de desarrollo urbano, todavía quedan pequeñas casas particulares de estilo rural en algunas zonas, una de las cuales está habitada por Valeri, un hombre que tiene su propio rebaño de cabras, que deambulan de cuando en cuando.
"A muchos les interesa. Vienen los niños y dicen 'tío Valera', algunos me llaman 'abuelo', queremos organizar, dicen, el reino de las cabras. Y les digo que está bien, que nos ayude la administración, el bosque necesita vida, faltan animales, no hay nada", indicó el hombre a RT.
Aunque vive en la capital de Rusia, Valeri mantiene un estilo de vida campesino. De sus cabras recibe la leche y también la carne. Aun así, asegura que dejaría su estilo de vida si hubiera una oportunidad. "Yo con mucho gusto me habría ido de aquí a un apartamento, porque no nos permiten siquiera reformar la casa. Mis cabras viven mejor que yo", añade.
"Esto ya no es una aldea"
El foco de atención se centró sobre Valeri cuando sus cabras empezaron a escaparse y pasear por todo el barrio. La opinión popular se ha polarizado. "Las cabras aquí pasean por su propia cuenta. El dueño las suelta y se van lejos. A los niños les gusta mucho, todos toman fotos. Pero hay que entender que no está muy bien. Cruzan la vía, afectan a los dueños de los coches. A veces una cabra puede saltar sobre un coche porque quiere alcanzar una hoja de un árbol", comentó una residente de Bútovo.
Otros habitantes están cansados de tener que lidiar con tantos animales en una zona que ahora está pensada para la vida urbana. "Aquí viven cabras, pero esto ya no es una aldea. El espacio de la ciudad no está pensado para que las cabras vivan aquí. Tienen cuernos, atacan a los niños. Están dejando sus desechos por todas partes", señaló otro vecino.
La situación de Valeri deja en evidencia una problemática inevitable. Las ciudades van creciendo en todo el mundo, destruyendo a su paso la vida campesina, que en casos como este no se deja vencer fácilmente. Ante las críticas y quejas, Valeri responde que las autoridades podrían ayudarle a controlar la situación creando un espacio del que todos disfrutarían.