Hassan Nasrallah fue asesinado en un ataque israelí gracias a un topo iraní infiltrado en la organización que avisó a las fuerzas de inteligencia de Israel de la presencia del líder de Hezbolá en un suburbio de Beirut, informa Le Parisien citando a una fuente de seguridad libanesa.
Nasrallah llegó a su búnker tras presenciar en el barrio Haret Hreik el funeral de un comandante de una unidad de aviones no tripulados del frente sur, que había sido asesinado en un ataque aéreo el día anterior.
Otros 12 comandantes iban a participar en la reunión en la sede subterránea a la que había llegado el líder del grupo chiita. Las fuerzas israelíes que vigilaban la zona 24 horas esperaban el momento en el que estuvieran todos reunidos para dar las órdenes de acción.
Aviones F-35 de la Fuerza Aérea, equipados con explosivos antibúnker, lanzaron seis bombas de dos toneladas cada una, dejando escombros y un cráter gigante de 30 metros de profundidad, señala el medio francés. Al día siguiente, Hezbolá confirmó la muerte de su líder junto con otros dirigentes del movimiento.
Según fuentes médicas y de seguridad citadas por Reuters, el cuerpo del líder chiita fue recuperado del lugar de ataque intacto, sin heridas directas, y parecía que la causa de la muerte es un traumatismo contundente generado por la fuerza de la explosión.