La Justicia de EE.UU. ha fijado una nueva audiencia para los hermanos Lyle y Erik Menéndez, casi tres décadas después de que fueran sentenciados a cadena perpetua por asesinar a sus padres, José y Kitty Menéndez, en su lujosa mansión de Beverly Hills, en California. El crimen ha despertado el interés público tras el reciente estreno en Netflix de la nueva temporada de 'Monstruos', una serie antológica de crímenes reales que recrea el caso.
Si bien los hermanos admitieron el parricidio ocurrido en 1989, insisten en que mataron a sus padres por miedo y en defensa propia después de toda una vida de abusos físicos, emocionales y sexuales a manos de sus progenitores. No obstante, los fiscales retrataron a los acusados como dos jóvenes privilegiados, narcisistas y malcriados que mataron por codicia y libertinaje, con el objetivo de heredar un patrimonio estimado en 14 millones de dólares.
¿Podrían recuperar la libertad?
Por su parte, el fiscal de distrito de la ciudad estadounidense de Los Ángeles, George Gascón, anunció este jueves en una conferencia de prensa, citada por la revista Variety, que su oficina está revisando nuevas evidencias que salieron a la luz hace poco tiempo, por lo que se programó una audiencia para el 29 de noviembre, en la que se podría revisar la sentencia o conducir a un nuevo juicio.
"Tenemos pruebas. Tenemos una fotocopia de una carta que supuestamente envió uno de los hermanos a otro familiar en la que le dice que él es víctima de abusos sexuales", afirmó el letrado. "También tenemos pruebas aportadas por la defensa, por sus abogados, de que uno de los miembros de la banda [puertorriqueña] Menudo afirmó que fue abusado sexualmente por el padre", quien era un alto ejecutivo de RCA Records, que tenía contrato con el grupo, expresó. "Ninguna de esta información ha sido confirmada", aclaró Gascón.
Las evidencias trascendieron a la prensa en marzo de este año. En aquel momento Cliff Gardner, uno de los abogados defensores, vaticinó al programa '48 hours' de CBS que las nuevas pruebas podrían cambiar la carátula de la causa y reducir la culpabilidad de sus clientes.
Críticas de los Menéndez a la serie en medio del renovado interés
El caso de los parricidas de Beverly Hills despertó un gran interés en el público tras el estreno de 'Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menéndez' el pasado 19 de septiembre en Netflix. No obstante, Erik tachó la producción de "representación deshonesta" y criticó duramente a su creador Ryan Murphy. "Con gran pesar debo decir que creo que Ryan Murphy no puede ser tan ingenuo e inexacto sobre los hechos de nuestras vidas como para hacer esto sin malas intenciones", se pronunció desde la cárcel un día después del estreno.
Por su parte, el cineasta desestimó las críticas y dijo que, por el contrario, los hermanos deberían mostrarse agradecidos por el éxito de la serie, que recibió 19,5 millones de vistas en la primera semana de disponibilidad. "Los hermanos Menéndez deberían enviarme flores", aseguró en una entrevista a The Hollywood Reporter este martes. "No han recibido tanta atención en 30 años. Y ha captado la atención no solo de este país, sino de todo el mundo", explicó. "Sé a ciencia cierta que muchas personas se han ofrecido a ayudarlos debido al interés que ha suscitado mi serie", agregó.
En ese sentido, el fiscal Gascón reveló que su oficina ha recibido muchas llamadas de personas que citan la producción televisiva como una razón para revisar el caso.
¿Qué ocurrió en la mansión de Beverly Hills?
En la noche del domingo 20 de agosto de 1989, José y Kitty Menéndez recibieron varios disparos a quemarropa con una escopeta mientras se encontraban en la sala familiar de su vivienda. La Policía llegó a la escena después de que Lyle, entonces de 21 años, llamara al 911 y gritara: "Alguien mató a mis padres". Lyle y su hermano Erik, que entonces tenía 18 años, dijeron más tarde a los investigadores que habían llegado a casa y encontraron a sus padres asesinados a tiros.
Al principio las autoridades creyeron que los asesinatos fueron obra de la mafia y se centraron en rivales comerciales de José. Sin embargo, comenzaron a sospechar de los hermanos luego de que estos empezaran a gastar grandes cantidades de dinero, derrochando parte de la herencia en los meses posteriores al suceso.
El caso dio un giro cuando la pareja del terapeuta de Erik y Lyle reveló a la Policía que los hermanos habían confesado el crimen en una sesión, aportando una grabación de la confesión. Gracias a esto y a otras evidencias, fueron formalmente acusados en 1992.
Tras dos largos procesos judiciales, los hermanos fueron hallados culpables en 1996 de asesinato en primer grado y condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.