El servicio fronterizo de Estonia está considerando desplegar una infraestructura flotante de boyas equipadas de cuchillas en los ríos y lagos que marcan la frontera del país con Rusia para impedir la inmigración ilegal.
En junio, la Junta de Policía y Guardia Fronteriza (JPGF) del país báltico detuvo a cuatro personas que intentaban cruzar el río Narva. Otras 13 personas, oriundas de la India, trataron de atravesar el lago Lämmi en un bote de goma el mes siguiente, señala la compañía nacional de radiodifusión ERR.
Veiko Kommusaar, subdirector general del JPGF, destacó que solo 135 kilómetros de los 338 kilómetros de la frontera estonio-rusa son terrestres.
Para cubrir los tramos más vulnerables de la frontera acuática, las autoridades han seleccionado dos soluciones que empezarán a probar el próximo año. La primero de ellas consiste en un largo sistema de boyas interconectadas y ancladas al fondo del cuerpo de agua.
"El sistema está estructurado de tal manera que si alguien intenta cruzar esa infraestructura acuática, no queda mucho de su bote o vehículo", dijo Kommusaar, quien precisó que "en lugares muy difíciles, habría sistemas de bolas que incluso tienen cuchillas de corte en la parte superior".
Estas boyas giran fácilmente en el agua y no se podrán agarrar desde ningún lado. "Y trasladan a la persona de vuelta al lugar de donde vino", explicó el funcionario.
La estructura flotante se probará en el marco de un proyecto piloto de tres años para el cual el JPGF dispone de un millón de euros.