El Ayuntamiento de Madrid ha endurecido severamente la normativa que afecta a los músicos callejeros que amenizan las calles del centro de la capital española. Aunque las medidas existen desde hace una década, esta semana se ha dado un paso más.
En el meollo del asunto está la difícil conjugación del arte callejero, seña de identidad de la mayoría de capitales europeas, con el derecho de los vecinos al descanso y de los comercios a desarrollar sus actividades.
Sin embargo, las principales quejas venían de los primeros, los vecinos, que llevan años librando una cruzada contra los altavoces y abogando por la restricción de los horarios para ejercer las actividades artísticas.
Solo 250 licencias al año
El lunes, el Consistorio publicó una directriz más restrictiva que la anterior, que afecta al Distrito Centro de la ciudad. En ella reduce las licencias para tocar en la vía pública de las 500 actuales a 250 anuales, que estarán en vigor a partir de 2025. Serán personales e intransferibles y sin ellas no se podrá actuar en las calles.
Además, los artistas deberán mantenerse al menos a tres metros de las viviendas y a seis de las terrazas de los locales de hostelería. Del mismo modo, se restringe la cercanía a colegios, hospitales y residencias de mayores.
La nueva instrucción limita también los espacios para los músicos callejeros, vetando 18 calles de ese entorno para esa actividad artística. Entre ellas, no se podrá tocar ni cantar en una de las principales arterias de la capital, la Gran Vía, clásico escenario de actuaciones improvisadas.
Gran Vía, además, ha sido escenario de las actuaciones públicas de cantantes consolidados que se han unido a otros desconocidos para entonar las letras de sus canciones más aclamadas.
Tampoco podrán actuar en la emblemática Plaza Mayor, cuya asociación de vecinos ha sido de las más combativas en la lucha por el descanso de los residentes.
Otros populares espacios, como las plazas de Jacinto Benavente y de Tirso de Molina, o las calles de Arenal o el Paseo del Prado, contarán con limitaciones horarias. La música solo se podrá escuchar entre las 12.00 y las 14.00 y entre las 18.00 y las 21.00 horas, siempre sin amplificación sonora.
Los amplificadores en el centro del problema
Para los músicos, la nueva normativa es excesivamente restrictiva, mientras que muchos de los vecinos opinan que sigue siendo demasiado laxa.
En el centro de la problemática se encuentran los amplificadores. Para los residentes, estos artefactos son el verdadero problema, mientras que los artistas defienden que sin ellos muchos instrumentos no suenan y los vocalistas deben forzar su voz o ponerla en peligro, como denunciaba el colectivo La Calle Suena hace casi tres años.
Por el contrario las asociaciones de vecinos ponen el acento en esos aparatos. Para los residentes de la Plaza Mayor, el problema no son los músicos, sino esos dispositivos que también son utilizados por bailarines de breakdance, guías turísticos, 'tuk tuks', y otras actividades, más allá de las musicales.