Mercenarios de Colombia y orden de disparar a civiles: Lo que confesaron los prisioneros ucranianos

Tres prisioneros de guerra revelaron el trato que Kiev da a sus soldados: movilización forzosa, mentiras e incluso intentos de matarlos cuando resultaban heridos o trataban de escapar.

Los militares de las Fuerzas Armadas de Ucrania que se rindieron ante las unidades rusas de la agrupación de tropas Tsentr (Centro) relataron la situación crítica que enfrentan las formaciones de Kiev en la dirección a Krasnoarmeisk, así como las órdenes de su mando de disparar contra civiles. Los detalles fueron revelados en un comunicado del Ministerio de Defensa de Rusia el viernes.

Uno de los soldados, llamado Dmitri, contó que intentó evitar el servicio militar abandonando el país a través de sus contactos, pero no lo consiguió; fue movilizado en la calle y llevado a la oficina de registro y alistamiento militar.

"Desde el principio, no queríamos luchar, pero resulta que nos enviaron allí", indicó, agregando que durante la formación, mercenarios colombianos se entrenaban en campos vecinos. También aseguró que llegar a las posiciones era prácticamente imposible: "El 60 % muere, es muy difícil alcanzar las posiciones, todo está a la vista en todas partes".

Además, acusó a las autoridades de Kiev de engaño. "Todo el lugar estaba sembrado de cadáveres", afirmó. "Lo estaban ocultando todo. Dijeron: 'No tenemos bajas, son mínimas', pero al caminar, vimos la magnitud de las mismas", señaló.

Cuando el mando supo que tenía un compañero herido, decidió "acabar de matarlos" porque no quería atenderlos. "Miré hacia afuera del sótano y vi drones que venían de nuestra dirección y nos los lanzaban", dijo. "Después de rendirnos, nos acogieron, nos dieron de comer y nos trataron con normalidad", añadió, señalando que fueron los rusos quienes lograron curar a su amigo.

Entre otras cosas, reveló que mientras luchaban por Ucrania, si veían a civiles, tenían que informar cuántos había en el pueblo, quiénes eran, "prácticamente interrogarlos". Asimismo, les ordenaron que no los dejen acercarse y que debían "casi matarlos si se aproximaban".

El compañero de Dmitri, Ígor, declaró que lo llevaron al frente cuando fue a la farmacia a buscar medicina para su madre. Tras ser movilizado, no pudo soportar la presión y se arrojó una granada a los pies, pero sobrevivió. 

"Estuvimos más de un mes sentados en un sótano con cuerpos en descomposición, y para mitigar el olor intentamos cubrirlos con tierra", recordó el prisionero. Ya estando en cautiverio, Ígor recibió asistencia médica y, a su vez, informó a las fuerzas rusas sobre la ubicación de las posiciones ucranianas y los códigos de comunicación.

Otro combatiente, Nikolái, acudió a la oficina de reclutamiento por si mismo para obtener dinero. El prisionero de guerra también admitió que cuando intentan escapar, los propios drones ucranianos son utilizados para atacarlos.