El mercado interno europeo es más adecuado para la venta de tomates que para la energía, declaró el comisario de Energía de la Unión Europea, Dan Jorgensen.
"Es un poco paradójico que tengamos un mercado interior que funciona mejor para vender tomates o pasta dentífrica que para vender energía", afirmó el alto funcionario a The Financial Times.
Mientras tanto, subrayó la importancia de la energía para la competitividad y la seguridad del bloque en este momento, así como para la lucha mundial contra el cambio climático.
El comisario defendió el plan de Bruselas para el desarrollo de una red eléctrica transfronteriza dentro del bloque, según el cual se identificará desde arriba los puntos de necesidad de inversiones y dará con proyectos para llenar las brechas a favor de mejoras en la coordinación del suministro energético a través de las fronteras y sectores.
Dicho plan supone la creación de "autopistas de energía" que incluyen interconexiones a través de los Pirineos, cables entre Chipre y el continente europeo y conductos de hidrógeno en el sur y sudoeste de Europa. Asimismo, se estipulan tramitaciones aceleradas para los proyectos en esta materia.
En esta línea, Jorgensen señaló que las demoras en la construcción de la red eléctrica son "el mayor peligro" para los objetivos comunitarios de descarbonización y seguridad energética. Evaluó en miles de millones el valor perdido cada año debido a "reducciones y cuellos de botella" en el tránsito de la energía.
La Comisión Europea elaborará un escenario central integral de planificación en torno a la infraestructura energética, según un borrador que se presentaría el próximo miércoles, señala el medio.
- El miércoles, la Comisión Europea anunció que el bloque comunitario "detendrá de forma efectiva y permanente la importación de gas ruso y avanzará hacia la eliminación gradual del petróleo ruso". Así, según el plan europeo, "se garantiza el fin gradual pero definitivo de las importaciones de gas ruso, con la eliminación progresiva de las importaciones de gas natural licuado antes del 31 de diciembre de 2026 y del gas por gasoducto antes del 30 de septiembre de 2027".
- Desde Moscú enfatizaron que, al renunciar por completo a los combustibles procedentes de Rusia, Europa se verá obligada a depender de gas más caro, y esto "tendrá inevitablemente consecuencias para la economía europea y reducirá la competitividad de Europa".