La revista estadounidense Forbes incluyó recientemente a Moscú entre las mejores ciudades del mundo para el desarrollo turístico, destacando su sorprendente capacidad para reconstruir la industria en medio de sanciones y aislamiento occidental.
El medio describe cómo la capital rusa ha lanzado una campaña para presentarse como una urbe moderna, tecnológica y preparada para recibir visitantes, rompiendo con la imagen histórica centrada en el poder energético y político del país. El mensaje es claro: Moscú es una metrópolis global que avanza sin el respaldo occidental y que ha encontrado nuevos aliados en China, India, Irán y otros países del Sur Global.

Este impulso turístico no solo busca llenar hoteles, sino consolidar un proyecto político más amplio, mostrar un modelo urbano alternativo al occidental, tecnológicamente ambicioso y autosuficiente. Tras la desaparición casi total del turismo europeo desde 2022, Moscú ha reorientado su estrategia hacia mercados no occidentales, dando como resultado que en 2023 la ciudad recibiera unos 2,3 millones de turistas extranjeros, principalmente de China, India, Turquía e Irán, además de un crecimiento del 10 % en las llegadas en la primera mitad de 2025.
Fuertes vínculos con Asia y Oriente Medio
La afluencia de visitantes refleja la reconfiguración de los vínculos económicos y diplomáticos de Rusia. En ese sentido, la cooperación con China ha sido muy importante, con un aumento en los intercambios lingüísticos y la acogida de grandes eventos culturales chinos en la capital rusa. Este acercamiento forma parte de la intención rusa de distanciarse de la esfera occidental y posicionarse como un destino afín a viajeros asiáticos, árabes e indios, que encuentran en Moscú una ciudad segura, digitalizada, sorprendentemente asequible y diseñada para facilitar la experiencia del visitante.

Asimismo, se ha ampliado la señalización multilingüe, capacitado personal turístico en inglés y mandarín y se han adaptado festivales y plataformas digitales para audiencias de Oriente Medio y Asia. Y así, el número de turistas sigue creciendo, gracias a conexiones ampliadas con China, Turquía, India y los países del golfo Pérsico, incluso con restricciones aéreas y la salida de aerolíneas occidentales.
Poder blando
La revista señala que la estrategia turística funciona como herramienta de poder blando. Moscú busca que los visitantes vivan una narrativa distinta de la promovida por Occidente, y define la ciudad como moderna, resiliente y tecnológicamente competitiva pese al aislamiento. Esa experiencia directa se convierte en un mensaje político.
Finalmente, destaca cómo Rusia está utilizando su capital como escenario para un contrarrelato global, demostrando que en un mundo polarizado, incluso un viaje turístico puede convertirse en una forma de influencia internacional.

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