En el archipiélago de Chiloé, en el sur de Chile, sobrevive una antigua tradición propia de un territorio en el que la comunidad y la ayuda mutua eran necesarias para garantizar la supervivencia.
Conocida como la minga de Chiloé, se trata de una tradición campesina que consiste en un sistema de colaboración no remunerada de todos los vecinos para llevar a cabo una tarea: la comunidad al servicio de cada uno de sus miembros.
Cuando acaba la tarea la persona que solicitó la ayuda de los demás prepara una comida en agradecimiento a todos los que colaboraron, un festín normalmente acompañado de música folclórica tradicional que fortalece la identidad chilota. Además, se adquiere el compromiso a futuro de auxiliar a quienes lo ayudaron.

Además de actividades que se pueden considerar más domésticas, como las siembras o cosechas agrícolas, también se ha utilizado típicamente para realizar tareas en beneficio de toda la comunidad, como la construcción de caminos o infraestructuras para múltiples usos.
Llevándose una casa
Sin embargo, hay una tarea que tiene una singularidad sorprendente y que no deja indiferente a los visitantes que tienen la oportunidad de contemplarlo en vivo: se trata del traslado de casas.
Así, cuando un vecino se quiere mudar, no coge sus pertenencias y se cambia de casa, sino que coge su casa y la cambia del lugar. Eso sí, con la ayuda de todos sus convecinos.
No se trata de una tarea sencilla, si bien la arquitectura del lugar ayuda para que se pueda completar en tan solo unos días. De manera resumida, se trata de sacar los cimientos de la casa, quitar puertas y ventanas y reforzar el interior con puntales.

Después, se pone la construcción sobre vigas redondas de madera que hacen de trineo y se ata a animales domésticos, tales como bueyes o toros, para, despacito, trasladar la casa hasta su nueva ubicación.
El traslado se produce también en ocasiones entre las pequeñas islas que componen la comunidad, momento en el que las casas son echadas al mar, donde flotan, y son remolcadas por embarcaciones hasta su destino.
¿Y por qué se llevan sus casas?
Los habitantes de Chiloé se llevan sus casas cuando quieren cambiar de lugar de residencia dentro de su comunidad y consideran más rentable llevarse su casa actual en vez de buscar o construirse otra.

Los motivos suelen estar relacionados con razones vinculadas a su modo de vida. Así, con una economía basada en el medio rural, cuando su terreno se queda estéril, pierde productividad o escasea el pasto, pueden considerar que es un buen momento para llevarse su casa a otro lugar.
¿Solo se trasladan casas?
El traslado de casas, si bien es el más llamativo, no es el único momento en el que la comunidad une sus fuerzas. En un territorio donde predomina la pequeña propiedad, la mano de obra para labores campesinas se reduce a la familia.
En esa situación recurrir a la minga es la manera de conseguir más trabajadores sin que se necesite un esfuerzo económico inviable para la mayoría de las familias.

Así, antes de que llegue el momento de realizar una tarea agrícola, por poner un ejemplo, el interesado informa a sus vecinos y amistades de su intención de realizar una minga y les pide ayuda. El día señalado sus vecinos y allegados acuden a realizar la labor, mientras que el beneficiario adquiere el compromiso de devolver el día de trabajo a todos los que le han acompañado.
La minga de Tey
Entre todas las mingas llevadas a cabo algunas son especialmente llamativas, como el traslado de escuelas o de iglesias. Esto último es lo que se movió en la que se conoce como la minga de Tey, tomando el nombre de la localidad en la que tuvo lugar.
Corría el año 1997 cuando los vecinos, que acababan de terminar la construcción de su nueva iglesia, trasladaron la antigua hasta un poblado vecino, Astillero, que carecía de una, sin ayuda de maquinaria moderna durante nada menos que 8 kilómetros.

El templo, arrastrado por el barro sobre las vigas rodantes, atravesó entonces campos y riachuelos hasta llegar al que sería su nuevo destino.
Reconocimiento de la Unesco
La hazaña realizada por los intrépidos vecinos de Tey dio la vuelta a todo el mundo, y fue el espaldarazo definitivo que hizo que tan solo tres años después, en el 2000, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declarara 16 iglesias de Chiloé como Patrimonio de la Humanidad.
El organismo internacional reconoció su valor arquitectónico, al representar un intercambio único entre las tradiciones europeas y las técnicas locales, además de constituirse en un reflejo de la cultura chilota, aunando fe, madera y colaboración comunitaria.

Esos templos fueron levantados entre los siglos XVII y XIX y se consideran únicos por estar construidos íntegramente de madera nativa, especialmente alerce, ciprés y coigüe, lo que las hace especialmente adaptadas al clima del archipiélago.
¿Reclamo turístico?
Las 'tiraduras de casas', como también se las conoce, atraen la atención de extraños, turistas y medios de comunicación, por lo que es habitual encontrar una muchedumbre observando la delicada tarea.
Así, aunque esta tradición chilota en origen no tiene nada que ver con hacer negocios, en los últimos tiempos se está convirtiendo en un excelente reclamo turístico, cuyo tirón se aprovecha para hacer proselitismo de la gastronomía o la artesanía del lugar.
La época en la que se suelen llevar a cabo estas mingas suele ser en verano, de diciembre a marzo. Por un lado, se aprovecha la mayor benevolencia del tiempo para realizar este arduo trabajo y, por otro, se trata del mejor momento para atraer a los turistas.
¿De dónde proviene esta tradición?
Se cree que esta tradición de trabajo recíproco y colectivo en comunidad tiene raíces precolombinas, más concretamente en las culturas andinas prehispánicas.
La raíz lingüística de la palabra minga proviene del quechua y tiene un significado relacionado con "invitación" o "reunión".
Todavía se conserva su práctica en el archipiélago de Chiloé, así como en la zona central de Chile, en Perú, Bolivia y Ecuador, países en los que se suele denominar minka. También se encuentran ejemplos en Argentina; en Paraguay; en México, donde se llama tequio; en Brasil, denominado mutirao; o la hacendera en España.


