¿Por qué se retrasa otra vez la firma del tratado comercial entre la UE y Mercosur?

Dos de las mayores potencias económicas de Europa se oponen al acuerdo actual, por considerarlo perjudicial para su sector agrario.

El acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y Mercosur sufre un nuevo retraso, que se acumula a los 25 años  previos de negociación.

El bloque comunitario finalmente decidió no votar la propuesta este viernes y aplazarla para el mes que viene, ante la presión de algunos de los grandes países del espacio, tan solo 24 horas después de la última gran protesta de los agricultores en Bruselas.

La firma del acuerdo estaba prevista el próximo sábado en la ciudad brasileña de Foz de Iguazú, durante la cumbre de Mercosur a la que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, tenía previsto acudir. Sin embargo, los Estados miembros rechazaron la votación previa que pospondrá la ansiada rúbrica.

La oposición de Francia e Italia, apoyada por otros países como Hungría y Polonia, dejó fuera del alcance del Consejo de la UE lograr la mayoría cualificada que necesitaba para aprobar el acuerdo.

Francia: la gran opositora

Francia ha liderado la oposición al acuerdo en los términos en los que está redactado actualmente. En las últimas horas el presidente francés, Emmanuel Macron, llegó a calificarlo de "inaceptable" tras asegurar que seguirá luchando para incluir cláusulas de "sentido común".

El país galo es una de las grandes huertas de Europa y sus agricultores son de los más batalladores. Se han puesto en pie de guerra en múltiples ocasiones con protestas masivas que han recorrido el país durante los últimos años.

Además, Macron siente en la nuca el aliento de la extrema derecha, que no ha parado de crecer políticamente en el país y ha mostrado reiteradamente su oposición al acuerdo de libre comercio. Los ultraconservadores apuestan por políticas proteccionistas en el sector agropecuario.

En ese escenario, el presidente francés ha apostado por encabezar la oposición europea a la redacción actual del pacto, asegurando que se necesitan más salvaguardias para proteger el campo y el empleo.

Italia sucumbe a las dudas

París ha logrado acercar su postura a Roma, que llevaba tiempo expresando dudas, pero que finalmente ha sido imprescindible para inclinar la balanza y lograr el nuevo retraso.

La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, también considera que las salvaguardas para los agricultores europeos no son suficientes para firmar el acuerdo en los términos actuales.

No es la única del lado galo, también el Gobierno húngaro de Viktor Orbán y la Polonia de Donald Tusk mostraron su desacuerdo con la redacción propuesta.

¿Qué pide el grupo disconforme?

Los contrarios a la firma exigen mecanismos para que el pacto no perturbe la economía de grandes sectores económicos de la Unión Europea, principalmente los relacionados con el mundo agropecuario.

Así, piden la aplicación de cláusulas espejo a los productores latinoamericanos. Es decir, que se incrementen sus regulaciones medioambientales y sociales, en consonancia con las normativas aplicadas a los europeos.

En los últimos días, los Veintisiete acordaron algunas cláusulas de salvaguardia para proteger a los agricultores, en caso de que aumenten demasiado las importaciones de Mercosur y los precios de ese bloque sean mucho más bajos que los europeos.

Sin embargo, fracasó el intento del Parlamento Europeo de incluir una disposición para que los productores latinoamericanos respetaran los estándares europeos en los productos que exporten.

Presión de los agricultores

El sector que se atisba como el más perjudicado cuando entre en vigor el tratado es el de los agricultores y ganaderos, que no han dejado de mostrar su rechazo cada vez que han tenido oportunidad en los últimos años.

En criterio de los agricultores, los pocos cambios introducidos recientemente no son suficientes. En esa línea, denuncian que enfrentarán competencia desleal cuando se apruebe el pacto, debido a que las normas que tienen que cumplir son mucho más estrictas que las de sus pares sudamericanos.

Así, sostienen que mientras ellos tienen que cumplir regulaciones medioambientales, como la prohibición de ciertos pesticidas, y seguir estrictas normativas sociales y laborales, los productores del Mercosur tienen marcos más laxos y baratos, que les permitirán ofrecer sus rubros a precios más bajos, por lo que auguran el hundimiento del potente sector agrícola europeo.

25 años para lograr la mayor zona de libre comercio del mundo

El acuerdo entre Mercosur y la UE se lleva gestando desde hace 25 años y ha sufrido importantes retrasos. Sin embargo, parece que las negociaciones en esta ocasión realmente se encuentran en su recta final.

Si el acuerdo consigue ver la luz verde, alumbrará la mayor zona de libre comercio del mundo, con un mercado que superaría con creces los 700 millones de potenciales consumidores y alrededor de una cuarta parte del producto interior bruto mundial.

Los intercambios no afectarían tan solo al ámbito agropecuario, el talón de Aquiles en Europa, sino que abrirían las puertas a la exportación de otros bienes, como vehículos, maquinaria y bienes de equipo que podrían venderse en los países del Mercosur. El viaje contrario, hacia el viejo continente, lo realizarían principalmente materias primas, como la carne o el arroz.

Los partidarios del acuerdo lo ven altamente positivo, sobre todo en el escenario económico mundial actual, pues podría ser un camino para disminuir la dependencia de China y esquivar las consecuencias de la política arancelaria de la Administración de Donald Trump en EE.UU.