La historia del militar ruso Andréi, con el indicativo 'Proja', tirador de una brigada motorizada de la agrupación Centro y condecorado con la Orden del Valor, ha sido relatada por el corresponsal Filipp Járchenko. Tras observar a sus compañeros movilizados, firmó un contrato con el Ministerio de Defensa de Rusia y en el campo de entrenamiento perfeccionó sus habilidades de tiro y también la conducción de grupos de asalto, apoyándose en su experiencia como cazador.
Su primera misión consistió en la liberación de la localidad de Nueva York, en la República Popular de Donetsk, donde, por primera vez, asumió el papel de jefe de grupo. Avanzando por parejas hacia una posición ucraniana, los militares hicieron detonar una trampa con cable: Andréi y otro soldado resultaron heridos.
Mientras a su compañero lo atendían, 'Proja', a pesar de las lesiones, decidió continuar solo hasta el punto de fuego enemigo. Guiado por un dron de observación, se acercó al emplazamiento, eliminó primero al observador y luego a otro militar que cavaba refugios, después de lo cual se retiró el resto del grupo ucraniano. En total, según su relato, en la fortificación había unas cinco personas.
"En el momento del enfrentamiento, no sentí ninguna emoción concreta. Es cierto que entonces me resultaba difícil imaginar cómo acabaría todo aquello. Pero era consciente de que tenía que superarme a mí mismo y cumplir la misión, y la cumplí", explicó el militar ruso. "Ahora comprendo que no es posible prepararse de antemano para algo así y que solo en la práctica puede averiguar uno mismo cuáles son sus límites", agregó.
Tomada la posición, 'Proja' y sus compañeros se atrincheraron y repelieron varios intentos de las Fuerzas Armadas de Ucrania por recuperar el punto fuerte, con la oportuna ayuda de otra unidad de asalto. Posteriormente, los heridos fueron evacuados, mientras Andréi permaneció en la posición durante otras dos semanas. El punto de fuego, situado en una cota ventajosa, se convirtió en un importante punto de apoyo para el avance de las unidades rusas. Más tarde, durante la retirada tras el relevo, la posición fue sometida a fuego de mortero. "Al final, lo más difícil para mí fue, precisamente, retroceder desde mi posición", resumió con una sonrisa.
Una vez recuperado, el mando envió a Andréi a formarse como operador de vehículos aéreos no tripulados. En simuladores y con drones de entrenamiento aprendió a manejar aparatos de lanzamiento de municiones y kamikaze, lo que, según él, le ayudó a saber mejor cómo contrarrestar los drones enemigos y a moverse de forma menos visible para ellos.
Después de completar el curso, 'Proja' regresó al frente y empezó a conducir grupos de asalto hasta la línea de contacto. Según se desprende del reportaje, logró llevar a unos cuarenta militares a sus posiciones sin sufrir bajas. En una de las salidas, de madrugada, debía guiar a la unidad hasta un punto de fuego ucraniano para su asalto. El grupo se topó con el enemigo casi "cara a cara", lanzó el ataque y en unas dos horas anuló la resistencia.
Durante la retirada, la zona quedó cubierta por numerosos drones ucranianos. Andréi relató que sobre su grupo se lanzaron tres artefactos explosivos improvisados desde el aire, todos dirigidos contra él.
"Mientras los operadores de las Fuerzas Armadas de Ucrania lanzaban explosivos caseros, yo intentaba derribar sus drones escondido entre las ramas de los árboles. Luego, cuando se presentó la oportunidad, nos alejamos y ellos nos perdieron. Después de eso, me recuperé rápidamente y ahora estoy de nuevo listo para el combate", asegura.