Astrónomos que trabajan con el telescopio espacial James Webb publicaron recientemente un estudio detallado de un exoplaneta deformado por la gravedad de su estrella, lo que le otorga una forma similar a la de un limón. El objeto, denominado PSR J2322-2650b, tiene una masa similar a la de Júpiter y se halla a unos 750 años luz de la Tierra.
El planeta orbita a solo 1,6 millones de kilómetros de su estrella —un 1 % de la distancia entre la Tierra y el Sol—, una estrella de neutrones conocida como púlsar. Completa una vuelta en unas 7,8 horas terrestres.
Esa proximidad le confiere al planeta su forma inusual, ya que la gravedad del púlsar lo estira. "Está lo suficientemente cerca como para que la materia sea canalizada literalmente desde el objeto hacia el púlsar", señaló Peter Gao, científico planetario de la Institución Carnegie para la Ciencia de Washington D. C. y autor del estudio. "Hay literalmente una punta, como un extremo, por donde el material sale del planeta y empieza a moverse en espiral hacia dentro".
Las fuerzas de marea extremas del púlsar estiran el planeta hasta darle una forma alargada, descrita por los investigadores como "forma de limón", en lugar de la de una esfera casi perfecta.
Una atmósfera nunca antes vista en otros exoplanetas
Las observaciones del telescopio espacial James Webb revelaron que la atmósfera del exoplaneta PSR J2322-2650b está dominada casi por completo por helio y carbono molecular. Los equipos científicos no detectaron señales claras de moléculas habituales en otros exoplanetas, como agua, metano u óxido de carbono, ni rastros significativos de oxígeno o nitrógeno.
Los modelos atmosféricos indican que la cara diurna del planeta puede alcanzar unos 2.040 °C, mientras que la temperatura del lado nocturno rondaría los 650 °C. En estas condiciones, los especialistas consideran que el carbono debería unirse fácilmente a otros elementos, por lo que la presencia predominante de carbono molecular solo se explica si el oxígeno y el nitrógeno están casi ausentes.
Diamantes en un entorno extremo
A partir de los datos del telescopio espacial James Webb, los científicos propusieron que en las capas profundas de la atmósfera podrían formarse nubes de hollín de carbono que, sometidas a presiones enormes, se condensan en fragmentos de diamante.
Si esta hipótesis es correcta, el interior del planeta podría experimentar una especie de "lluvia de diamantes", un fenómeno teórico que ya se ha sugerido para otros gigantes gaseosos, pero que aquí se vincula a una atmósfera casi completamente dominada por el carbono.
Los resultados llevaron a los autores a afirmar que se trata de "una atmósfera de planeta de un tipo que nadie había visto antes". En declaraciones a The New York Times, los investigadores señalaron que, según el equipo, la combinación de una forma deformada, una órbita extremadamente cercana a un púlsar y una composición atmosférica inusual podría apuntar incluso a una nueva clase de objeto que no encaja bien en los modelos habituales de formación de planetas o de restos estelares.
Un sistema de tipo "viuda negra" poco común
PSR J2322-2650b forma parte de un sistema que algunos astrónomos comparan con las denominadas 'binarias viuda negra', en las que un púlsar va erosionando lentamente a su estrella compañera con su radiación y su viento de partículas. En este caso, sin embargo, la compañera tiene masa planetaria, no estelar, lo que dificulta la explicación de cómo se originó su composición casi pura de carbono.
Según las declaraciones recogidas por la NASA y la prensa especializada, los investigadores consideraron y descartaron varios escenarios de formación conocidos. Señalaron que el objeto no parece haberse formado como un planeta "normal" ni encaja del todo con la idea de un núcleo estelar despojado, como ocurre en las binarias "viuda negra" típicas.
Por ahora, PSR J2322-2650b sigue siendo un caso extremo que desafía las teorías actuales sobre la formación y evolución de los exoplanetas en entornos tan violentos.




