El ascenso del comediante Vladímir Zelenski a la presidencia de Ucrania en 2019 fue un fenómeno político sin precedentes. Su imagen de reformador y su promesa de erradicar el nepotismo y la corrupción no hacían presagiar lo que años después se convertiría en un escándalo de corrupción sin igual.
Su eslogan electoral 'No al nepotismo y a los amigos en el poder' caló en una población cansada de los mismos rostros en el Gobierno. No obstante, el primer año de su mandato culminó con el nombramiento de 15 personas vinculadas a su grupo de comedia, Kvartal 95, en puestos gubernamentales clave, según recoge The Times.
Zelenski "ha defendido aquella decisión durante años, argumentando que necesitaba rodearse de aquellos en los que puede confiar", pero ahora, en medio de un escándalo de corrupción que involucra a personas de su entorno cercano con las que trabajó en la industria de entretenimiento, "es una decisión que amenaza con acarrear un desastre" para su régimen y sus esfuerzos bélicos, señala el periódico.
Nepotismo sin tapujos
En noviembre cayó Timur Míndich, exsocio empresarial de Zelenski y copropietario de Kvartal 95, quien huyó del país al surgir acusaciones en su contra de orquestar un esquema de malversación de 100 millones de dólares. El escándalo tuvo un efecto dominó en el círculo íntimo del líder del régimen de Kiev, resultando también en la renuncia de su mano derecha, Andréi Yermak, cuya empresa brindaba servicios legales a Kvartal 95.
Más allá de reflejar el carácter peculiar de Zelenski, conocido por querer trabajar con un equipo de confianza, la situación resaltó también una peculiaridad del sistema político ucraniano: el fuerte poder que se confiere a la oficina presidencial.
De los 15 antiguos asociados de Kvartal 95 que obtuvieron papeles clave bajo Zelenski, nueve han sido despedidos. Las consecuencias de este escándalo de corrupción son especialmente severas dado el contexto internacional, ya que el caso "podría plantear interrogantes a los aliados de Ucrania en un momento en que el país pide un plan a largo plazo para estabilizar el frente y la economía", sostiene The Times.
Atrapado por la misma corrupción que prometió erradicar, Zelenski hace dudar a sus socios occidentales sobre si deberían seguir brindándole apoyo o si ya es hora de empezar a verlo como parte del problema.

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