Donald Trump anunció este lunes planes para construir dos nuevos buques de guerra que pertenecerán a una nueva clase de naves denominada clase Trump. Estos acorazados de última generación formarán parte de la llamada Flota Dorada ('Golden Fleet', en inglés) de EE.UU., un ambicioso proyecto del mandatario destinado a renovar la Armada del país.
El presidente describió los acorazados, que podrían pesar entre 15.000 y 20.000 toneladas, como más grandes, rápidos y cien veces más potentes que cualquier buque de guerra estadounidense anterior.
Un ambicioso proyecto
Trump detalló que los navíos anunciados contarán con "con cañones y misiles del más alto nivel". "También tendrán armas hipersónicas, muchas armas hipersónicas, cañones de riel eléctricos de última generación e incluso los láseres de alta potencia. […] También portarán armas nucleares", declaró ante la prensa junto con el secretario de Guerra, Pete Hegseth; y el secretario de la Armada, John Phelan.
Según el inquilino de la Casa Blanca, la construcción comenzará de inmediato y podría prolongarse por al menos dos años y medio. El primero de ellos llevará el nombre USS Defiant, precisó Trump. Además, señaló que se trata solo de los primeros de varios buques proyectados: "Empezaremos con los dos primeros inmediatamente y luego, muy pronto, haremos ocho más. Y, en última instancia, bastante rápido, tendremos un total de entre 20 y 25".
¿Contra quién va dirigido?
Previamente, The Wall Street Journal sugirió que el proyecto de la Flota Dorada es parte de los esfuerzos de la Casa Blanca para aumentar su poderío naval y contrarrestar el creciente poder naval de China. Sin embargo, expertos citados por el medio discrepan sobre si un buque de combate de gran tamaño es esencial para hacer frente al gigante asiático.
Al ser preguntado si el ambicioso programa podría considerarse como "una respuesta" a Pekín, el mandatario respondió: "Es una respuesta a todos. No es China. Nos llevamos muy bien con China".
"Y no es China, es todo el mundo", agregó, en medio del despliegue de la Armada estadounidense en el mar Caribe en una escalada de agresiones sin precedentes contra Venezuela. "Solo queremos la paz a través de la fuerza. Ojalá nunca tengamos que usarlos", enfatizó.
Los desafíos de una industria naval en crisis
Mientras tanto, Trump se ha quejado de que su país necesita "barcos con urgencia", puesto que algunos "han quedado viejos, desgastados y obsoletos". Sin embargo, sus deseos de modernizar la flota a un ritmo acelerado no tienen en cuenta la situación actual de la industria de construcción naval estadounidense.
Muchos de los proyectos existentes de la Armada, como el submarino nuclear de clase Columbia, están retrasados mientras los astilleros del país están "operando en estado permanente de emergencia", según la Oficina de Responsabilidad del Gobierno. En ese contexto, las capacidades de construcción naval de China, Japón y Corea del Sur son envidiadas, reporta Axios.
Plazos poco realistas
Asimismo, expertos advirtieron a Politico que la expectativa de Trump para poner el navío en servicio en dos años y medio es poco realista, puesto que cumplir con este plazo será probablemente imposible, especialmente dada la falta de planos de ingeniería del buque.
Además, sumado al retraso que presentan todos los buques en construcción de la Armada, se encuentra la dificultad de los astilleros para contratar y retener suficientes trabajadores ya que están al límite de su capacidad. "Ya no tenemos la infraestructura industrial marítima y de construcción naval para hacer esto rápidamente", dijo el analista Carl Schuster, excapitán de la Marina de Estados Unidos.
Para abordar este problema, Trump dijo que se reunirá con los directores ejecutivos de las empresas de defensa la próxima semana para instarlos a asignar fondos a la construcción de nuevas plantas.
Recursos insuficientes
Otro problema es la falta de financiación. El presupuesto actual del Pentágono no es capaz de financiar ninguno de los numerosos, ambiciosos y costosos planes de Trump. Bryan Clark, un oficial retirado de la Armada que actualmente trabaja en el Instituto Hudson, destacó que el costo de construir una nueva clase de buque con tantas tecnologías complejas sería enorme.
En este contexto, el exmilitar advirtió que, en términos presupuestarios, "no hay suficiente dinero para financiar todos los buques" sin retirar anticipadamente los existentes, algo que no está previsto en los planes de Trump.
De acuerdo con el presidente, los nuevos buques reemplazarían a los destructores de clase Arleigh Burke de la Armada, que cuestan 2.000 millones de dólares cada uno. En comparación, un acorazado de la clase Trump podría alcanzar los 15.000 millones de dólares, según un informe de USNI News.