Ruth Morton, una mujer de 97 años, relató que fue llamada a participar en una red de espionaje británica durante el conflicto del Atlántico Sur. En ese entonces, ella tenía 53 años y vivía en Uruguay.
Criada en un entorno con fuertes vínculos con la colonia británica en Montevideo y con antecedentes familiares en inteligencia —su padre y hermanas mayores habían trabajado para servicios británicos desde la Segunda Guerra Mundial—, Morton fue reclutada por su hermana Miriam para una misión en Argentina, en pleno conflicto bélico por las Islas Malvinas, en 1982.
"Yo solía decir que era inglesa", recordó, al relatar su infancia en Uruguay.
Según su testimonio, brindado a BBC Outlook, su principal función fue vigilar los movimientos de submarinos de la Armada Argentina —incluyendo el ARA Santa Fe y el ARA San Luis— desde un escondite improvisado bajo las tablas de un edificio semiabandonado frente a la base naval de la ciudad de Mar del Plata, provincia de Buenos Aires.
Desde su escondite, la espía reportaba cualquier actividad relevante a través de una complicada cadena de comunicaciones establecida por la inteligencia británica.
Morton describió las condiciones de la misión como extremas: debía esconderse en un espacio "arenoso, sucio y sumamente incómodo", pasar horas boca abajo observando y luego trasladarse largas distancias para enviar información mediante teléfonos públicos y contactos con acento británico, en un operativo que, según dijo, exigía precisión absoluta y cautela total para no ser detectada.
Salvada por un carpincho
La espía confesó que nunca había revelado esta historia públicamente —ni siquiera a su hija— hasta ahora. Contó también episodios curiosos, como haber sobrevivido a lo que interpretó como un disparo naval que impactó en un carpincho con el que compartía su escondite, y que la hizo regresar a Montevideo tras ser retirada por sus superiores. "Me salvó la vida", dijo respecto al animal que la acompañaba.
Morton aseguró que su objetivo nunca fue recibir reconocimiento, y aunque las fuerzas británicas la condecoraron años después, dijo que lo hizo "porque pensó que era lo correcto".
Su testimonio aporta un capítulo inédito del espionaje extranjero durante la Guerra de las Malvinas, y reabre preguntas sobre el alcance de las redes de inteligencia británicas en el conflicto de 1982.
Reclamo vigente por la soberanía
La semana pasada, el tema Malvinas volvió a ocupar un lugar central en la agenda política argentina. El presidente Javier Milei reiteró recientemente el reclamo de soberanía sobre el Atlántico Sur y pidió el "apoyo permanente y sólido del Mercosur" a los derechos de su país sobre las islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur y los espacios marítimos circundantes "ocupados ilegalmente por el Reino Unido desde 1833".
Además, Milei anunció que prevé viajar al Reino Unido en el primer semestre del próximo año para reunirse con el primer ministro, Keir Starmer, tras defender que el conflicto se resuelva por vías diplomáticas y pacíficas, al tiempo que reconoció que "no hay manera" de que los habitantes de las islas dejen de identificarse como británicos, aunque insistió en la necesidad de generar condiciones que, a futuro, puedan favorecer una solución negociada.