Con la llegada del invierno, Moscú se transforma en un escenario de un cuento de hadas, donde las fiestas del Año Nuevo y Navidad despliegan todo su esplendor sobre el frío paisaje urbano. Las calles céntricas y plazas históricas, desde la majestuosa Plaza Roja hasta los bulevares arbolados, se iluminan con un sinfín de luces para envolver a los moscovitas y visitantes de la ciudad en una atmósfera mágica.


Este brillo festivo alcanza su máximo en los mercados navideños, donde las coloridas casetas de madera ofrecen artesanías, juguetes y decoraciones típicas, y en las pistas de patinaje al aire libre.


La combinación de tradiciones seculares y religiosas, el resplandor y el ambiente de celebración colectiva convierten a la capital rusa en estas fechas en un destino verdaderamente deslumbrante.






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