Durante su reciente aproximación a la Tierra, el objeto interestelar 3I/ATLAS fue observado por distintos equipos científicos, tanto para buscar posibles señales tecnológicas como para entender mejor su estructura interna, informó este jueves el portal IFL Science.
Los investigadores del proyecto Breakthrough Listen, que se dedica a la búsqueda de inteligencia extraterrestre, escanearon a 3I/ATLAS con el radiotelescopio Green Bank, ubicado en Virginia Occidental (EE.UU.), para ver si emitía alguna señal de radio que pudiera indicar la presencia de tecnología alienígena.
El 18 de diciembre, menos de un día antes de su máxima aproximación a nuestro planeta, se observó al objeto interestelar en un rango amplio de frecuencias, que abarcaban desde 1 hasta 12 gigahertz, con una sensibilidad lo suficientemente alta como para detectar incluso señales de muy baja potencia.
Tras revisar los datos, los expertos identificaron nueve "eventos" llamativos en el espectro, pero todos fueron atribuidos a interferencias de radio ya conocidas y no al cuerpo celeste en sí. De este modo, no se detectaron tecnoseñales procedentes de 3I/ATLAS, lo que refuerza la conclusión de que se trata de un cometa de origen natural.
Cálculos para determinar el tamaño de su núcleo
Investigadores de la Universidad de Canterbury (Nueva Zelanda) analizaron la trayectoria de 3I/ATLAS y detectaron una aceleración no gravitacional, un fenómeno que ocurre cuando un cuerpo expulsa material al calentarse por estar acercándose al Sol. El análisis de este efecto permitió determinar que las tasas de pérdida de masa del objeto, producidas por la sublimación del hielo y polvo desde su núcleo, coinciden con el comportamiento esperado de un cometa.
Los especialistas combinaron esta información con los datos de telescopios terrestres y sondas en la órbita marciana para estimar que el diámetro del núcleo de 3I/ATLAS es de aproximadamente 1 kilómetro, un tamaño comparable al de muchos cometas del sistema solar.
En otro modelo, el diámetro del núcleo se estima entre 820 y 1.050 metros, asumiendo un comportamiento típico de un cometa. Estos hallazgos ayudan a descartar la hipótesis que indican que el objeto es propulsado por tecnología artificial.
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