Un equipo de la University Hospitals Cleveland Medical Center y de la Universidad Case Western Reserve ha informado que logró revertir manifestaciones avanzadas de alzhéimer en modelos de ratón, restaurando la memoria y otras funciones cognitivas. El estudio, publicado esta semana en Cell Reports Medicine, sugiere que el daño no tiene por qué ser irreversible si se corrige una alteración clave en el equilibrio energético del cerebro.
Los científicos identificaron una caída profunda de los niveles de NAD+ (una molécula esencial para los procesos energéticos neuronales) como elemento central. Al analizar tejido cerebral humano de pacientes con alzhéimer y varios modelos murinos, observaron que este descenso era mucho más pronunciado que en cerebros sanos de la misma edad, lo que comprometía las funciones básicas y favorecía la neurodegeneración.
Modelos animales y fallo energético
El equipo trabajó con dos líneas de ratones que portaban mutaciones humanas relacionadas con el alzhéimer: una en proteínas implicadas en el procesamiento del amiloide y otra en la proteína tau. En ambos casos, los animales desarrollaron características típicas de la enfermedad, como el deterioro de la barrera hematoencefálica, inflamación crónica y daño en las fibras nerviosas.
Los modelos también mostraron una reducción en la formación de nuevas neuronas en el hipocampo, alteraciones en la comunicación entre células nerviosas y estrés oxidativo. A nivel conductual, los ratones presentaron déficits marcados de memoria y aprendizaje, similares, en escala animal, a los problemas cognitivos observados en personas con alzhéimer.
Tras confirmar la fuerte caída de NAD+ en estos modelos y en cerebros humanos con la enfermedad, los investigadores probaron dos enfoques. Por un lado, intentaron mantener el equilibrio de NAD+ antes de la aparición de los síntomas y, por otro, restaurarlo cuando la enfermedad ya estaba avanzada.
Recuperar el NAD+ y revertir el daño
Para ajustar ese equilibrio, recurrieron a un compuesto farmacológico denominado P7C3-A20, desarrollado en el laboratorio de Andrew Pieper. Este fármaco ya había demostrado en estudios previos su capacidad para favorecer la recuperación estructural y funcional tras lesiones cerebrales traumáticas graves en ratones.
Los resultados fueron descritos como especialmente llamativos. En los animales tratados de forma preventiva, mantener niveles normales de NAD+ evitó la progresión de los signos patológicos del alzhéimer en el cerebro.
Pero lo más sorprendente fue lo observado cuando el tratamiento se aplicó a ratones con la enfermedad avanzada. En estos casos, restaurar el equilibrio de NAD+ permitió revertir gran parte del daño estructural y funcional asociado a las mutaciones, según revelaron los análisis de tejido y las pruebas de comportamiento.
Ambos modelos murinos mostraron una recuperación completa en las pruebas de memoria y función cognitiva utilizadas en el experimento. Además, los análisis de sangre revelaron que los niveles de tau fosforilada 217, un biomarcador clínico aprobado para diagnosticar el alzhéimer en humanos, regresaban a valores dentro del rango considerado normal.
Mensaje de esperanza y advertencias
El autor principal del estudio, Andrew A. Pieper, señaló que los hallazgos ofrecen "un mensaje de esperanza", ya que sugieren que "los efectos de la enfermedad de Alzheimer pueden no ser permanentes". Añadió que los resultados indican que "el cerebro dañado puede, en determinadas condiciones, repararse y recuperar su función".
No obstante, Pieper insistió en que este enfoque no debe confundirse con el consumo de suplementos de precursores de NAD+ de venta libre. El científico recordó que varios estudios con animales han mostrado que dichos suplementos pueden elevar el NAD+ a niveles peligrosamente altos y favorecer procesos relacionados con el cáncer.
Los investigadores subrayaron que, por el momento, los resultados se han obtenido solo en modelos animales y que deben confirmarse en humanos. Ya se están dando pasos para avanzar hacia ensayos clínicos controlados que prueben si la restauración del equilibrio energético cerebral puede producir beneficios similares en pacientes con alzhéimer.
El equipo también planea estudiar qué aspectos concretos del equilibrio energético son más importantes para la recuperación y si este enfoque podría ser útil en otras enfermedades neurodegenerativas crónicas asociadas al envejecimiento.