Un equipo de científicos de la Universidad de Vermont ha descubierto un posible nuevo enfoque para tratar ciertos tipos de demencia, centrándose en el flujo sanguíneo cerebral. En un estudio preclínico, publicado el lunes en Proceedings of the National Academy of Sciences, el equipo demostró que restaurar un fosfolípido perdido en las células de los vasos sanguíneos puede normalizar la circulación cerebral.
Los autores partieron de la hipótesis de que, además de las proteínas anómalas y las neuronas dañadas, la demencia también tiene un componente vascular: un riego sanguíneo defectuoso que 'mata de hambre' al tejido cerebral. Su trabajo indica que la pérdida de un lípido esencial, denominado PIP2, provoca que ciertos canales de la membrana del endotelio, en particular la proteína Piezo1, se vuelvan hiperactivos y alteren el flujo sanguíneo normal.
Un 'freno natural' para el alzhéimer
Piezo1 es un canal mecanosensible presente en las células que recubren los vasos sanguíneos y que ayuda a regular el flujo sanguíneo en respuesta a las fuerzas físicas de la circulación. Investigaciones previas ya habían mostrado que las variantes genéticas de Piezo1 se comportan de forma distinta y podrían influir en el riesgo de enfermedades vasculares.
En el nuevo estudio, el grupo de Osama Harraz observó que, en enfermedades como el alzhéimer, la actividad de Piezo1 en los vasos cerebrales es anormalmente alta. Al analizar el entorno de la membrana, identificaron que el fosfolípido PIP2, implicado en la señalización celular y en la regulación de los canales iónicos, actúa como un 'freno natural' de Piezo1. Cuando los niveles de PIP2 disminuyen, Piezo1 se descontrola y altera la perfusión cerebral.
En modelos experimentales, al devolver PIP2 al sistema, se redujo la actividad excesiva de Piezo1 y se recuperó un patrón de flujo sanguíneo considerado saludable. Estos resultados indican que aumentar los niveles de PIP2 o modular directamente Piezo1 podría ser una estrategia para mejorar la circulación cerebral y apoyar la función cognitiva en algunos tipos de demencia.
Hacia futuras terapias vasculares para la demencia
El equipo hizo hincapié en que se trata de una investigación preclínica y que aún es necesario comprender con mayor precisión cómo interactúan PIP2 y Piezo1: si el fosfolípido se une a regiones específicas de la proteína o si modifica las propiedades de la membrana de manera que limite la apertura del canal.
Los próximos estudios tratarán de aclarar cómo la disminución de PIP2 en enfermedades neurodegenerativas elimina este control regulador y permite que Piezo1 permanezca hiperactivo, lo que provoca un deterioro del flujo sanguíneo. Los investigadores consideran que esta comprensión será crucial para diseñar terapias basadas en la restauración de PIP2 o en el desarrollo de fármacos dirigidos contra Piezo1, con el objetivo de mejorar la salud neurovascular en la demencia y otros trastornos vasculares cerebrales.