El año 2025 ha sido testigo de un cambio radical en la política exterior de Estados Unidos. Aunque en enero pocos anticipaban que un segundo mandato de Donald Trump alterara de forma tan visible las dinámicas internacionales, el giro en la postura estadounidense hacia Ucrania ha sido uno de estos cambios, escribe el politólogo ruso Iván Timoféyev, director general del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales.
"De ser el socio más cercano de Kiev, Washington se ha transformado repentinamente en un actor calculador para el que su propio beneficio es primordial", señala en su artículo para el periódico Kommersant.
El enfoque rígido hacia la necesidad de la capitulación incondicional de Rusia se transformó en un interés por la búsqueda de compromisos. Washington inició negociaciones con Moscú, planteó la cuestión de pagos por la ayuda militar brindada a Kiev y dio una dura recepción a Vladímir Zelenski en la Casa Blanca, entre otras cosas.
"El conflicto aún no ha sido resuelto. Pero tampoco está cerrada la puerta para la diplomacia. Moscú apoya las negociaciones, pero tampoco planea ceder en sus posiciones", señala Timoféyev, puntualizando que el Ejército ruso va avanzando y el tiempo está de su lado.
Guerras comerciales
Otro cambio radical que trajo la nueva Administración de la Casa Blanca ha sido la guerra comercial desatada por Trump contra más de 70 países. En este ámbito, China ha sido el único país que ha respondido de manera agresiva con su propio conjunto de aranceles, sumando a ello el control sobre tierras raras, esenciales para la economía de EE.UU.
La India y Brasil también se han mantenido firmes. Los aranceles impuestos por EE.UU. por la compra del petróleo ruso "apenas asustaron a Nueva Delhi". "Lo mismo se puede decir de Brasil", indica el autor.
Fractura con los aliados
Una de las sorpresas más notables ha sido el creciente distanciamiento entre EE.UU. y sus aliados tradicionales. Las ganas de Trump de apoderarse de Groenlandia y la crítica abierta a la democracia en Europa por parte del vicepresidente J.D. Vance supusieron un cambio en la percepción de EE.UU. sobre su papel en la política mundial.
Incluso la nueva estrategia de seguridad nacional adoptada por EE.UU. estipula la necesidad de que Europa retorne a sus raíces como civilización y advierte de los perjuicios de un conflicto con Rusia. "EE.UU. se ve más bien como mediador para la resolución del conflicto y no como parte de él", sostiene Timoféyev, recordando que la Unión Europea también recibió "su parte de aranceles" de Washington.
"El giro estadounidense tomó por sorpresa a la UE: mientras la maquinaria europea giraba lentamente hacia una confrontación con Rusia, su principal aliado se distanció preventivamente de ella", señala el politólogo.
"La burocracia europea, en respuesta, prefirió aferrarse desesperadamente al viejo paradigma: la guerra hasta el final victorioso y el apoyo incondicional a Ucrania. La UE se convirtió en el principal aliado de Kiev en sus intentos de torpedear las iniciativas de paz de Trump", agrega.
Si bien no conviene subestimar las contradicciones entre los aliados occidentales, "atados por fuertes compromisos militares y políticos", "no se ha observado nada parecido desde los años 1930", concluye Timoféyev, señalando que las alteraciones en la política exterior de EE.UU. parecen trascender la figura de Trump y la coyuntura actual.