Alexander Matrósov. Un sacrificio común y corriente

La hazaña de este soldado que cubrió con su cuerpo la aspillera (apertura por la que se dispara) de un fortín nazi, se hizo conocida en toda la URSS. A la hora de concederle el título póstumo de Héroe de la Unión Soviética, Stalin lo calificó como "ejemplo de valor militar y heroísmo para todos los luchadores del Ejército Rojo".

Cuando se pegaban los soldados,
como sombras,
a la tierra sin poder
levantarse,
Siempre hubo en aquellos
momentos
algún desconocido que sabía
cómo alzarse.

 Olga Berggolts

(Traduccion de RT)



La hazaña de este soldado que cubrió con su cuerpo la aspillera (apertura por la que se dispara) de un fortín nazi, se hizo conocida en toda la URSS. A la hora de concederle el título póstumo de Héroe de la Unión Soviética, Stalin lo calificó como "ejemplo de valor militar y heroísmo para todos los luchadores del Ejército Rojo".

Alexander Matrósov nació el 5 de febrero de 1924 en la actual ciudad de Dnepropetrovsk, en Ucrania. Sus padres murieron muy temprano y desde los 6 años fue educado en un orfanato. Más tarde fue condenado a dos años de encarcelación por violación del régimen de pasaporte y fue recluido en una colonia infantil de trabajo en la ciudad de Ufá, República de Bashkiria (Circunscripción actual del Volga, Rusia).

Al empezar la Segunda Guerra Mundial, Matrósov hizo algunos intentos de ir al frente desde la colonia, pero sus solicitudes fueron rechazadas varias veces. Según una de las fuentes, incluso escribió una petición a Stalin:

“¡Estimado Comisario del Pueblo!

Le escribe un simple trabajador de Ufá. A los seis años me quedé sin padres. Si hubiese estado en un país capitalista el hambre me habría matado. Pero, en el Estado soviético, me han cuidado y me han entregado una formación y especialización. Por todo ello, estaría muy agradecido si el Partido Comunista y el Régimen Soviético, en estos momentos en los que la Patria está en peligro, me permitiera protegerla con armas en las manos.

Aquí en Ufá he solicitado tres veces autorización para ir al frente, pero las tres veces se me ha denegado. Ahora tengo 17 años, ya casi soy un adulto, y creo que seré más útil en el frente que aquí. Le ruego que apoye mi petición y que me envíen al frente como voluntario, y si es posible, que sea al Frente Occidental para participar en la defensa de Moscú”.

En septiembre de 1942, Matrósov al fin es llamado al Ejército Rojo. Fue enviado a la escuela militar juvenil para realizar un curso de formación de seis meses. Sin embargo, ya en enero de 1943, junto con muchos cadetes fue enviado directamente al frente como soldado de infantería.

Allí formó parte de la 91ª brigada independiente de voluntarios del Frente de Kalinin. Su unidad permaneció cierto tiempo en reserva y en febrero fue trasladada a las cercanías de Pskov (parte noroeste de Rusia) para tomar parte en las operaciones bélicas. El 27 de febrero de 1943, el batallón de Matrósov recibió la orden de tomar el baluarte alemán en el pueblo de Chernushki.

El ataque soviético fue detenido por el fuego feroz de ametralladoras que se escondían en pequeñas fortificaciones de tierra. Sin embargo, los soldados soviéticos consiguieron destruir dos de ellas con artillería perforante, pero el tercer fortín resultó ser un obstáculo duro de vencer.


Sello postal de la URSS, dedicado a Alexander Matrósov, en la série de Héroes de la Unión Soviética

El periódico Veterán (El Veterano) ofrece la siguiente visión de los hechos:

“Tres ametralladores que intentaron arrastrarse hacia el fortín de tierra enemigo murieron como héroes. Entonces se levantó el soldado Alexander Matrósov, el enlace del comandante.

— Iré yo, dijo resuelto.

Bajo el cruel fuego Matrósov, armado de un fusil de asalto, se arrastró por la tierra cubierta de nieve para acercarse por uno de los flancos al fortín de tierra. Sabía que cada segundo valía para el combate. Cuando estaba a pocos metros, se levantó y lanzó una tras otra dos granadas al fortín, acallándolo por un instante. Ya no le quedaban más granadas y disparó contra la fortificación con su fusil de asalto.

Algo pareció estallar en el fortín y la ametralladora del enemigo no se oyó más. Enseguida Alexander se levantó de la tierra y alzando el fusil gritó con todas sus fuerzas a sus compañeros: — ¡Adelante!...

Y todos se levantaron como uno desde el suelo nevado y se lanzaron hacia adelante. Pero, al reiniciarse el ataque de los soldados soviéticos, la ametralladora alemana empezó nuevamente a disparar.

De repente Matrósov se lanzó y cubrió con su cuerpo la aspillera de la ametralladora, acribillado en segundos por las ráfagas, pero entregando valioso tiempo para el avance del batallón.

Así, dentro de algunos minutos, la aldea de Chernushki fue tomada y se izó la bandera del país, por cuya libertad y gloria Matrósov sacrificó su vida”.

Esta hazaña de Matrósov se convirtió en símbolo de coraje y valor militar, de entrega y amor por la Patria. Fue póstumamente nombrado Héroe de la Unión Soviética según el decreto de la presidencia del Soviet Supremo de la URSS del 19 de junio de 1943. En las escuelas de la Unión Soviética, el sacrificio de Alexander Matrósov fue bien estudiado y tradicionalmente se ponía como ejemplo de sacrificio por la Patria.

Mientras tanto, durante la Gran Guerra Patria ocurrieron cerca de 300 hechos similares de inmolaciones de soldados soviéticos. De todos estos se conoce poco o nada. Probablemente la historia de Matrósov fue elegida por la máquina propagandística soviética a causa de que el personaje fue un niño abandonado, sin familia y procedente de un orfanato, que dio su vida por la Patria. Incluso la fecha de la hazaña fue mudada del 27 al 23 de febrero para hacerla coincidir con la fiesta del Día del Ejército Rojo.

Puede ser también que esta publicidad fuera solamente resultado de las coincidencias de las circunstancias. Pero, lo más importante, es que este caso es un ejemplo típico de que la propaganda soviética con respecto al valor y al heroísmo se centró principalmente en el valor individual y la inmolación del individuo, mientras que la propaganda aliada, al igual que la alemana, se centraba en glorificar a los soldados más eficientes.

En una carta a su novia un día antes de su muerte Matrósov escribió: “Sí, Lida, he visto morir a mis compañeros. Y hoy el jefe del batallón nos contó como cayó un general: murió en el combate con su cara hacia el oeste. Amo la vida y quiero vivir, pero el frente es así: estás vivo y de súbito una bala o misil acaba con tu vida. Pero, si mi destino es morir, querría morir como aquel general: en combate y con mi rostro hacia el oeste”…