Funcionarios estadounidenses explicaron que los pilotos de dos aviones AV-8B Harrier se vieron obligados a arrojar los dispositivos desarmados debido a que ambas aeronaves se estaban quedando sin combustible y no podían aterrizar con las bombas a bordo.
Inicialmente los pilotos tenían previsto dejar caer las bombas en un campo de bombardeo sobre la isla de Townshend, pero tuvieron que abortar la misión cuando los controladores informaron que la zona no estaba despejada de peligros. Los pilotos arrojaron las bombas en aguas más profundas para minimizar el daño en el arrecife.
Aunque las cuatro bombas eran inertes y no explotaron, no está claro si fue causado algun daño ambiental.