Cuando empezó a participar en el proyecto, era estudiante de Harvard y tenía 18 años, la edad en la que los jóvenes estadounidenses eran reclutados por el Ejército. En aquel entonces muchos de sus profesores ya se habían ido a trabajar para varios proyectos militares. Después de que rellenara el cuestionario y le llamaran, ni siquiera sabía dónde tendría que trabajar.
Lo único que le dijeron los hombres "vestidos de negro" que se pusieron en contacto con él, era que tenía que coger un tren con destino a Chicago y llamar desde allí por teléfono a alguien que debía entregarle un billete a Santa Fe.
Según las palabras de Glauber, para sorpresa suya, resultó que el hombre que vino a buscarle en la estación de destino era John von Neumann, uno de los fundadores de la mecánica cuántica. Una vez que el joven llegó a su nuevo lugar de trabajo, descubrió cuál iba a ser su cometido.
"Me quedé conmocionado. Teníamos que trabajar en la creación de una bomba atómica", indicó Glauber. El estadounidense agregó que "es imposible imaginar un proyecto de este tipo ahora, en tiempos de paz, pero en aquellos tiempos no teníamos otra opción, nos veíamos obligados a poner fin a la guerra". Eran conscientes de que los alemanes también eran capaces de construir una bomba, por lo que intentaban hacerlo antes de que los nazis lo consiguieran. "Pero fue una carrera que nuestro país comenzó algo tarde", confesó el profesor.
Glauber especificó que cuando se unió al Proyecto Manhattan, este llevaba solo unos pocos meses en marcha, pero se desarrolló rápidamente. Las personas que trabajaban en Los Álamos vivían con sus familias, casi todos eran jóvenes, tenían poco más de 20 años.
Me quedé conmocionado. Teníamos que trabajar en la creación de una bomba atómicaUna de las cuestiones más complicadas del proyecto era su seguridad y su funcionamiento secreto. El general Leslie Groves, director del proyecto, creía que todos los trabajadores debían saber solamente lo que necesitaban para realizar una 'tarea específica'. Sin embargo, los científicos insistían en la celebración de reuniones abiertas, donde pudieron compartir opiniones y recopilar ideas.
No obstante, Glauber admitió que las actividades que se llevaban a cabo en el lugar no eran muy secretas. "Los experimentadores probaron explosivos, y constantemente se producían fuertes explosiones. Nadie parecía muy preocupado por ello", dijo Glauber.
En 1939, poco antes del estallido de la guerra en Europa, un grupo de científicos, entre ellos Albert Einstein, escribió una carta al entonces presidente estadounidense, Franklin Roosevelt, en la que le advertían de la amenaza que representaba la investigación nuclear por parte de los alemanes y la necesidad de emprender este tipo de trabajos en el país norteamericano. Tras evaluar la amenaza, el mandatario ordenó la creación de una comisión especial para tratar el asunto, pero, por desgracia, el proyecto recibió muy poca financiación.
Sin embargo, logró crear tres bombas atómicas: la de plutonio Trinity (explotada en la primera prueba nuclear), la de uranio Little Boy (lanzada a Hiroshima el 6 de agosto de 1945) y la de plutonio Fat Man (lanzada sobre Nagasaki el 9 de agosto de1945), desarrollada precisamente en las instalaciones de Los Álamos. Después de Hiroshima, el famoso científico Einstein aseguró: "Debería quemarme los dedos con los que escribí aquella primera carta a Roosevelt".
Glauber concluyó que cuando por fin completaron sus investigaciones en el marco del proyecto, la guerra en Europa ya había terminado, pero que con una financiación apropiada, podría haber terminado mucho antes.