Mujeres afganas al volante contra los prejuicios sociales
Aunque muchas mujeres afganas han aprendido a conducir correctamente, los prejuicios sociales y religiosos todavía les hacen sentirse inseguras en las carreteras locales.
Hace treinta años, durante la presencia soviética en Afganistán, las mujeres conducían muchos de los vehículos públicos en Kabul. Sin embargo, debido a la guerra civil y la llegada de los talibanes al poder, pocas han mantenido esta habilidad.
Abul Hamid Osmani abrió su escuela para conductores hace cuatro años tras un entrenamiento ruso. Enseñó a más de 140 mujeres y dice que la mayoría de sus alumnas son profesionales que han vuelto del exilio con un enfoque más moderno.
Osmani cuenta que el problema principal al que se enfrentan las mujeres conductoras es la seguridad: “Si salen fuera de la ciudad de Kabul corren gran peligro. Los aldeanos odian a las mujeres al volante, de modo que si tienen algún problema técnico pocos se detendrán a ayudarles”.
Manejar un auto en medio de los atascos de la capital afgana no es una tarea fácil. A nadie le impresionan los carros tirados por burros, pero sí lo hacen las mujeres al volante.
Faiqa Jawid se siente como pez en el agua manejando su viejo Toyota. Lo ha hecho desde los 12 años pero solo hace poco obtuvo su licencia de conducir tras la abolición de la prohibición para las mujeres conductoras.
Ella comenta que con los talibanes al poder no podía conducir porque lo prohibían. Pero los talibanes “no son musulmanes”. “Yo provengo de una familia religiosa y mi padre siempre me animaba a que aprendiera a conducir. Nuestra religión no prohíbe que la mujer conduzca”, asegura la mujer. Ahora se lo enseña a sus hijas.
Zakia Popalzai es una profesora de física y matemáticas de treinta años y la única de las amigas de Faiqa que aprende a conducir, apoyada por su esposo.
Zakia describe la reacción de los hombres al verla conducir: “A veces se enfadan, a veces se ríen de mí. Claro está, si los talibanes me ven, me degüellan”.
Aún así, cada vez más mujeres se ponen sobre ruedas, con o sin una licencia de conducir. Pero tan solo 180 de ellas han obtenido su carné de conducir el año pasado en comparación con casi treinta mil hombres.
Algunos de estos todavía piensan que el lugar de la mujer es el hogar y no la carretera, pero muchos en Kabul lo ven como una señal de que los derechos de la mujer se han encaminado hacia una sociedad más moderna.