"Fue horrible. Si fuera uno de los animales que viven en la superficie, habrían detenido al agresor", comentó Robbert Westerdyk, director de una empresa constructora local y fotógrafo submarino, que descubrió el animal.
Los agresores podrían haber sido los pescadores, que no deberían estar en la zona ya que es un santuario marino y la pesca está prohibida, supone Westerdyk, quien tras hacer fotos de su hallazgo desató el cuerpo del tiburón y dejó que se hundiera hasta el fondo del mar.
Podrían haberlo hecho por entretenimiento o para atraer a los predadores marinos a la zona y así asustar a los nadadores, supone Westerdyk, admitiendo que en los 40 años que lleva sumergiéndose en el mar nunca ha visto nada parecido.