A lo largo de los próximos 30 años la Marina estadounidense tiene programado adquirir 266 naves nuevas, entre ellas seis portaaviones de la clase Ford, 33 destructores lanzamisiles de la clase Arleigh Burke, 66 buques de combate litoral, 33 submarinos nucleares de ataque de la clase Virginia y 12 submarinos de misiles balísticos de diseño futurista.
Durante las últimas dos décadas, China, por su parte, se ha dedicado a desarrollar bases para quedarse con el control sobre ciertas zonas del océano. Tomando en consideración la subida drástica del consumo de combustible fósil por parte de China (actualmente es la segunda después de EE.UU.), se puede esperar que en un futuro próximo Pekín reafirme sus posiciones tanto en el acceso a las áreas oceánicas ricas en petróleo, como en el control de la navegación. Según de Gracia, la cuestión de si el plan chino y la Marina de los EE.UU. se enfrentarán en el mar no es una cuestión de un 'sí', sino una cuestión de un inevitable 'cuándo'.
"El agua cubre tres cuartos de la Tierra. Para bien o para mal, el que controle los océanos y lo que tienen debajo, controlará el mundo", comenta el analista. Acentúa, además, que no es tan lejano el momento en el que el cambio climático y los posibles desastres naturales de grandes dimensiones modifiquen considerablemente el medio ambiente, convirtiendo el acceso a las zonas de pesca y el uso de las plataformas continentales en objetos de una fuerte disputa.
La idea de una posible guerra entre EE.UU. y el gigante asiático es últimamente uno de los temas más comentados en medios estadounidenses y chinos. Los importantes ejercicios militares conjuntos que EE.UU. y Australia están realizando actualmente en el marco de un programa bienal han echado aún más leña al fuego, planteando la hipótesis de que la Administración Obama planea utilizar Australia como base principal de operaciones en caso de que estalle una guerra con China. El hecho de que la Marina estadounidense solicitara a los fabricantes de misiles que diseñaran y construyeran un avión no tripulado para lanzar misiles antibuques subsónicos equivalentes a los de producción china tampoco pasó desapercibido para los analistas. La serie de maniobras navales que Pekín había realizado en abril y mayo también fueron interpretadas como una señal para EE.UU., cuyo portaaviones nuclear USS Nimitz se encuentra ahora en las aguas del Mar de China Meridional.