El analista, citado por el portal de la cadena Al Jazeera, acentuó que el espionaje, el principal cargo contra Snowden, es la quintaesencia del "delito político" en el derecho internacional, y como tal es habitualmente excluido de cualquier lista de delitos que suponen extradiciones.
Se ignora por completo que la decisión de Rusia de otorgar asilo temporal a Snowden fue absolutamente conforme al nivel normal de la protección que se debe dar a cualquier persona acusada de crímenes políticos no violentos en un país extranjero, y perseguida diplomática y legalmente por el Gobierno que intenta acusar y procesarla
"Es decir, incluso si hubiera un tratado de extradición entre Estados Unidos y Rusia, se debería haber dejado clara la ausencia de una obligación legal por parte de Rusia para entregar a Snowden a las autoridades estadounidenses, ni deber moral o político, en particular en las circunstancias de controversias sobre Snowden", comentó.
El experto notó que el presidente ruso Vladímir Putin actuó con deferencia excepcional hacia Estados Unidos, teniendo en cuenta la naturaleza de la información filtrada por Snowden.
Putin afirmó que no quería que el incidente dañara las relaciones entre ambos países e "incluso condicionó el asilo de Snowden con la promesa de abstenerse de cualquier nueva revelación que perjudicara los intereses estadounidenses".
Criticando las reacciones emocionales de los políticos estadounidenses a la decisión rusa –que incluyen la cancelación de reuniones y llamadas a medidas de respuesta políticas–, Falk se preguntó cómo actuaría EE.UU. si se tratara de un exagente ruso que reveló la existencia de un programa secreto de vigilancia digital apuntada tanto a los ciudadanos rusos como a los extranjeros, incluidos los estadounidenses.
"La indignación por tales revelaciones y la gratitud otorgada al 'Snowden' ruso no tendría límites", concluyó el analista.