Durante su encuentro con el presidente ruso, Vladímir Putin, a finales de julio, el jefe de la inteligencia saudita, el príncipe Bandar bin Sultan, trató de convencerlo para que no apoyara a las autoridades sirias y aseguró que "cualquiera que sea el régimen" posterior a Bashar al Assad, será "completamente" controlado por Riad, de acuerdo con un diplomático europeo.
Además, el príncipe saudita reiteró que la única salida que ve para la crisis siria es una opción militar y que el intento de convocar una conferencia internacional sobre el problema, llamada Ginebra 2, fracasaría porque la oposición siria no participaría.
"El presidente Putin escuchó educadamente a su interlocutor y le explicó que [Rusia] no cambiaría su estrategia", contó a AFP otro diplomático árabe.
Unos informes recientes revelaban que Bandar bin Sultan, propuso a Putin un gran acuerdo armamentístico por valor de 15.000 millones de dólares y la promesa de no competir con las ventas de gas ruso en Europa. A cambio, Bin Sultan pidió que Moscú deje de bloquear las resoluciones sobre Siria en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Pero al parecer, si semejante oferta existió, ni siquiera llegó a oídos de los responsables del sector ruso de la exportación de armamento. "No sabemos nada sobre las intenciones de Arabia Saudita", aseguró una fuente anónima de estas empresas a la agencia RIA Novosti.
El reino árabe es un gran comprador de armas estadounidenses y aunque había mantenido negociaciones con Rusia para adquirir tanques T-90 y helicópteros de combate, desde 2008 las conversaciones sobre el tema no han avanzado.
La filtración misma sobre una conversación a puerta cerrada entre Putin y Bandar bin Sultan, se hizo con el propósito de "desacreditar a Rusia", poner en duda que "la postura de Moscú sobre Siria es seria y razonada" y crear la impresión de que Rusia puede variar su punto de vista a cambio de las promesas sauditas", señaló el director del Instituto de Estudios Orientales, Vitali Naúmkin, a la agencia Interfax.
Desde el inicio de los enfrentamientos entre los rebeldes y las fuerzas gubernamentales en Siria, Moscú adoptó una política de no intervención en los asuntos internos del país. Condena todo tipo de violencia pero al mismo tiempo otorga al pueblo sirio el derecho a decidir su destino.