La mayor parte de las explosiones se produjo en las calles, en áreas pobladas por los chiitas.
Según las fuentes policiales, entre los objetivos de los terroristas figuraban visitantes de los cafés, los mercados y de un parque.
Dos niños murieron al explotar un artefacto frente a un parque, situado en el sur de la capital iraquí. Los menores habían sido llevados por sus padres para celebrar la última jornada de las fiestas de Eid al Fitr.
Los medios de comunicación locales reportan haber tenido el sagrado mes de Ramadán más violento en años. Dejó un balance de 671 muertos, lo que marcó un auge general de la actividad terrorista en el país.
En casi todos los atentados perpetrados en Irak en los recientes seis meses han estado envueltos distintos grupos extremistas sunitas.