Desde que los rebeldes sirios intensificaron sus ataques contra la provincia de Latakia en las últimas semanas, "la situación es un caos total", dijo el legislador Ammar al Assad, citado por el periódico británico 'The Telegraph'.
Esta provincia costera del noroeste de Siria está poblada en su mayor parte por alauitas, que son una minoría en otras regiones del país. La misma rama del islam la practica el presidente Bashar al Assad. Es por eso por lo que los rebeldes decidieron aumentar la presión sobre esta región cuando sufrieron significativas pérdidas en la provincia de Homs, en el centro del país.
"Todavía encontramos a personas asesinadas en sus propias casas o cuerpos que han sido arrojados entre arbustos", cuenta el líder religioso alauita de Latakia Sheikh Mohammed Reda Hatem. "Hasta hora 150 alauitas fueron secuestrados. Entre ellos hay mujeres y niños. Hemos perdido cualquier contacto con ellos", dice.
Las fuentes opositoras aseguran haber asesinado ya a cerca de 200 partidarios del Gobierno en la región, mientras los alauitas locales denuncian que muchos de los muertos eran civiles desarmados a los que mataron por su religión.
Los ataques en Latakia son liderados por el grupo extremista Estado Islámico de Irak y Siria (también conocido como Estado Islámico de Irak y el Levante). Sus combatientes son responsables de numerosos atentados, no solo en Siria, sino también en Irak, donde nació la organización. De hecho, se estima que unos 300 rebeldes que avanzan en Latakia son yihadistas extranjeros.
Aunque la opositora Coalición Nacional de Siria y el Ejército Libre Sirio aseguran no discriminar a ninguna minoría del país, son numerosos los testimonios que prueban que los musulmanes alauitas y chiís y los cristianos sirios sufren el odio religioso por parte de los rebeldes. Por otro lado, los kurdos, una minoría étnica del norte de Siria, también son vícimas de matanzas por cuestiones raciales.